Las acusaciones recientes hacia Israel por el uso de fósforo blanco sobre poblaciones civiles en el sur de Líbano han despertado preocupaciones a nivel internacional. Videos compartidos en redes sociales muestran explosiones que concuerdan con los efectos de este tipo de munición en localidades como Kfar Kila. Si bien la legislación internacional no prohíbe completamente el fósforo blanco, su uso en áreas con civiles está restringido debido al grave peligro que representa.
El fósforo blanco no solo crea cortinas de humo, sino que, al contacto con el aire, se enciende a temperaturas que superan los 800 grados Celsius, causando heridas que resultan en una lenta y dolorosa muerte. Además, su resistencia al agua dificulta su extinción, lo que agrava su potencial destructivo en zonas pobladas.
Las fuerzas israelíes ya han sido acusadas en el pasado de utilizar fósforo blanco en otras intervenciones militares, como en la invasión de Líbano en 2006 y en Gaza durante la operación Plomo Fundido de 2008-2009. En ese entonces, Israel afirmó que limitaría su uso en áreas civiles, salvo en "excepciones muy específicas" que nunca fueron reveladas. A pesar de esto, las denuncias por su uso continúan, alimentando las críticas internacionales por los riesgos que conlleva para la población no combatiente.
Grupos como Human Rights Watch han condenado este tipo de acciones, señalando que el uso de fósforo blanco en áreas civiles no solo pone en peligro a los habitantes, sino que además puede destruir infraestructura y viviendas, dejando daños irreparables.