Sin embargo, Karen Demerutis recuerda que Estados Unidos ha perdido su influencia en la región y, aunque Biden dice que quiere un acuerdo de alto al fuego en Gaza y en Líbano, no detiene el envío de las armas que le envía a Israel.
Líbano, un capítulo aparte
Después de debilitar las estructuras de Hamás en la Franja de Gaza y provocar la muerte de casi 42,000 personas, en su mayoría civiles, Israel mudó a mediados de septiembre de este año el centro de sus operaciones a Líbano par combatir a la milicia chiita proiraní. Desde el año pasado, este grupo ha lanzado una serie de misiles contra Israel en solidaridad con la Franja de Gaza.
Los bombardeos israelíes contra el sur de Beirut, uno de los bastiones de Hezbolá, han tenido consecuencias terribles para la organización, pues ha muerto su principal líder, Hasán Nasralá, así como la mayor parte de su plana mayor.
"Eliminamos a [Hasán] Nasralá [líder de Hezbolá asesinado el 27 de septiembre en un ataque israelí en los suburbios del sur de Beirut] y al reemplazo de Nasralá y al reemplazo de su reemplazo”, dijo el martes el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en un video dirigido a la población libanesa.
En este panorama, Bergman indica que es factible y, de hecho, preferible que Líbano alcance un acuerdo bilateral con Israel, que no involucre la cuestión palestina.
“Los problemas entre Israel y el Líbano son bastante específicos. Hay un poco de tierra, afirma que no es muy poco lo que queda de la Resolución 1701 de la ONU. Y en el pasado los israelíes eran bastante reacios a seguir adelante y hacer esas correcciones fronterizas para cumplir plenamente con la resolución”, explica Bergman.
La resolución 1701 incluye medidas aprobadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para garantizar la paz entre Israel y Hezbolá después de la guerra que sostuvieron en 2006.