Robert Kennedy acababa de ganar las primarias de California y pronunció su discurso de victoria cuando, poco después de la medianoche del 5 de junio, recibió un disparo que lo mató en Los Ángeles.
El homicidio de dos meses después del asesinato del líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr. en Memphis y menos de cinco años desde el asesinato del presidente John F. Kennedy, hermano mayor de Robert Kennedy, en Dallas.
Ethel estaba embarazada de su 11° hijo cuando esto pasó.
Desde entonces, Ethel Kennedy, quien jamás volvió a casarse, hizo de la visión de su vida, mantener vivo el legado de su esposo.
“Los criaré a los niños de la manera que él hubiera querido", dijo a la revista Time en 1969. "Él ya ha establecido el patrón. Todos entienden que tienen una obligación especial. Se les ha dado tanto; deben tratar de dar eso de nuevo”.
Continuó viviendo durante muchos años en Hickory Hill, la casa familiar en McLean, Virginia, y en el complejo Kennedy en Hyannis Port, Massachusetts, criando a su familia con la ayuda del personal doméstico. Ella nunca se volvió a casar.
Hickory Hill era “una colmena donde los reyes de Washington, las estrellas de Hollywood, los ganadores del Premio Nobel y los niños del vecindario pululaban, sin mencionar una bulliciosa colección de animales que una vez incluyó un león marino en la piscina”, indica el obituario de The New York Times.
La muerte de Robert Kennedy y el asesinato de su cuñado no fueron las únicas tragedia que Ethel tuvo que lamentar. A finales de sus 20 años, perdió a sus padres en un accidente aéreo. Once años después, otro accidente aéreo se llevó la vida de un hermano; poco después, la esposa del hermano se atragantó hasta la muerte. Dos de sus hijos, David y Michael, murieron más tarde jóvenes.