La fiscalía pide la pena máxima de 20 años contra Dominique Pelicot
Este hombre, de 71 años, es acusado por drogar y permitir la violación de su esposa, Gisèle Pelicot, durante casi una década, un caso que visibiliza la crisis de violencia sexual en Francia.
La mañana de este lunes, la fiscalía francesa pide pena máxima contra Dominique Pelicot, un hombre de 71 años acusado de drogar y permitir que 51 hombres violaran a su esposa, Gisèle Pelicot , durante casi una década. La condena: 20 años de prisión, la pena máxima permitida por la ley francesa para estos crímenes.
Las defensas deberán presentar sus alegatos antes de conocerse el veredicto, previsto para el 20 de diciembre, las defensas deberán presentar también sus alegatos finales hasta el 13 de diciembre.
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De acuerdo con la AFP, se espera que la primera en presentar su defensa sería la abogada de Dominique, Béatrice Zavarro, quien aseguró este lunes que su cliente "está destrozado". "No es fácil para nadie escuchar que se pidió una pena de 20 años de prisión en su contra", agregó.
Pelicot aceptó su culpabilidad a pocos días del inicio del juicio, pero para la fiscal Laure Chabaud, aseguró que "20 años (...) es a la vez mucho y muy poco. Demasiado poco teniendo en cuenta la gravedad de los actos cometidos y repetidos", durante el juicio en Aviñón, en el sur de Francia.
Lo que sabemos del caso
Entre 2011 y 2020, Pelicot administró a escondidas medicamentos a Gisèle, dejándola inconsciente, mientras invitaba a desconocidos a su casa en Mazan, en el sur de Francia, para violarla. Estas reuniones, que coordinaba a través de sitios web, fueron grabadas por él mismo, dejando pruebas contundentes que permitieron identificar a los otros implicados.
Los acusados, hombres de entre 26 y 74 años, incluyen a bomberos, enfermeros, periodistas y artesanos. Algunos alegaron que pensaron estar participando en prácticas consensuadas de una "pareja libertina". Sin embargo, las pruebas demostraron que todos sabían que Gisèle estaba drogada sin su consentimiento, según declaró el propio Pelicot.
El juicio, iniciado en septiembre y programado para concluir el 20 de diciembre, ha captado la atención internacional, no solo por la magnitud de los delitos, sino por las defensas empleadas. Algunos abogados sugirieron que sus clientes no entendían plenamente la importancia del consentimiento. Este enfoque ha sido duramente criticado por colectivos feministas y expertos legales.
Gisèle como símbolo feminista
A sus 72 años, Gisèle Pelicot se ha convertido en un símbolo de resistencia y lucha contra la violencia estructural que enfrentan las mujeres. Su camino hacia la justicia comenzó en 2020, cuando, tras una investigación independiente contra Pelicot por acoso sexual, la policía descubrió evidencia de los crímenes en su contra.
“Durante años viví en la confusión. Pensaba que estaba enferma, que el cansancio y la pérdida de memoria eran parte de algo que no podía explicar”, confesó Gisèle en su primera declaración pública. La revelación de lo sucedido fue devastadora, pero también le dio la fuerza para enfrentarse a un proceso judicial largo y desgastante, respaldada por sus hijos y sus abogados.
“La vergüenza debe cambiar de bando”, declaró Stéphane Babonneau, abogado de Gisèle, al exigir que las audiencias se realizaran en público, desafiando la solicitud de la fiscalía y parte de la defensa de mantener el juicio a puerta cerrada. Para Babonneau, este caso no solo es una lucha por la justicia para su clienta, sino un llamado a transformar la percepción social sobre la violencia sexual.
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El juicio también ha puesto de manifiesto los vacíos en la legislación francesa sobre el consentimiento. La actual definición de violación no menciona explícitamente la necesidad de un consentimiento claro y libre, una omisión que legisladoras feministas buscan corregir. Este caso, afirman, expone cómo la ignorancia o la falta de "educación" no pueden ser excusas para justificar una agresión sexual.
Para muchas mujeres en Francia, Gisèle representa la valentía de enfrentarse a un sistema que históricamente ha minimizado los delitos sexuales. Según el estudio VIRAGE de 2015, más de 62,000 mujeres son víctimas de violación o intento de violación cada año en el país. Estas cifras reflejan una crisis que, como demuestran casos como el de Gisèle, requiere soluciones urgentes tanto en el ámbito legal como cultural.
Para Jean-Pierre M ., de 63 años y el único acusado que no está siendo juzgado por violar a Gisèle Pelicot, el ministerio público pidió 17 años de prisión por agredir sexualmente a su propia esposa con los mismos métodos.
Un juicio que inspira cambios
El impacto de este caso va más allá de las paredes del tribunal. Gisèle ha roto el silencio, no solo por ella, sino por las miles de víctimas de violencia sexual que aún temen denunciar. Su historia y la condena de Dominique Pelicot son un recordatorio de que la justicia es posible, aunque el camino sea largo y lleno de obstáculos.
“Espero que esto inspire a otras mujeres a no quedarse calladas”, expresó uno de sus hijos al final de la audiencia. “Mi madre no solo está buscando justicia para ella, sino para todas las mujeres que han pasado por algo similar”.
Este juicio no es solo el cierre de un capítulo oscuro en la vida de Gisèle, sino el inicio de una conversación necesaria sobre cómo las leyes, las instituciones y la sociedad deben proteger mejor a las mujeres de la violencia y garantizar que la vergüenza, como dijo su abogado, cambie de bando.
"Por desgracia, muchos hombres lo ven como un simple suceso, sórdido, pero sin más", lamentó Bernadette Teyssonnière, de 69 años, quien llegó a primera hora de la mañana del lunes al Palacio de Justicia de Aviñón para poder asistir al juicio.
Su repercusión es también mundial. Ante el presidente francés, Emmanuel Macron, la presidenta de la Cámara de Diputados, Karol Cariola, alabó el jueves la "valentía y dignidad" de Gisèle, una "ciudadana común" que dio "una lección al mundo".