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Trump, catalizador de la extrema derecha en Europa

La retórica de Trump ha impulsado a la extrema derecha global, con un fuerte enfoque en el nacionalismo, el rechazo a la inmigración y el populismo, respaldado porélites económicas.
vie 31 enero 2025 05:05 AM
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reúne con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, Estados Unidos, el 4 de enero de 2025.

La derecha existe desde antes de Donald Trump y seguirá sin él, pero si algo logró el republicano fue convertirse en un catalizador de la extrema derecha en Europa y otras regiones.

Desde su primer ascenso a la presidencia, en 2016, su retórica nacionalista, su rechazo a las instituciones multilaterales y su postura antimigrante encontró eco en líderes como Georgia Meloni en Italia, Marine Le Pen y el partido Alternativa para Alemania (AfD).

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Con el segundo mando del republicano, un factor determinante en este proceso no es solo su figura, sino la ideología que representa: el trumpismo, una corriente que trasciende su liderazgo.

Entendiendo la "nueva" derecha

Uno de los puntos de conexión clave entre Trump y la extrema derecha europea es el rechazo a la globalización y la inmigración. El politólogo Wojciech Gagatek, en su informe para el Wilfried Martens Centre for European Studies, señala que "los partidos de derecha radical han aprovechado la desconfianza en las élites políticas y la crisis de liderazgo en Occidente para posicionarse como una alternativa viable, prometiendo un retorno a un nacionalismo fuerte".

El auge de estos movimientos también se alimentaron de un sentimiento de pérdida de identidad cultural. "Los partidos de derecha radical están promoviendo un regreso a un modelo de identidad nacional fuerte, que rechaza la diversidad y promueve la homogeneidad cultural", señala Gagatek.

Este modelo político se basa en tres pilares fundamentales:

- Antiglobalismo: rechazo a las instituciones multilaterales y a los tratados comerciales internacionales, presentados como una amenaza a la independencia nacional.

- Antimigración endurecimiento de las políticas migratorias y retórica contra los migrantes como factor de inseguridad y desestabilización económica.

- Nacionalismo económico: proteccionismo y medidas que favorecen la producción y el consumo interno, con una narrativa de autosuficiencia y rechazo a la competencia global.

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Neopopulismo en la agenda conservadora

El populismo es un movimiento político que utiliza una retórica de "el pueblo contra la élite", generalmente usada por la izquierda en décadas anteriores.

Hoy, este fenómeno está más centrado en una figura de líder carismático que se presenta como el salvador o protector del pueblo. Uno de los elementos clave del neopopulismo es el uso de las plataformas digitales para movilizar a los seguidores de manera directa y rápida.

Ángel Gustavo Montiel, profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, explica que el neopopulismo de derecha se distingue por su búsqueda de descentralización del poder y su desafío a las estructuras democráticas liberales.

A menudo, los líderes de este movimiento buscan presentar las instituciones tradicionales de poder como corruptas o desconectadas de las necesidades reales del pueblo. Esta postura refleja un profundo escepticismo hacia las instituciones democráticas y una fuerte oposición a la élite política establecida.

La crisis económica global, sumada al aumento de los costos de vida y la creciente percepción de inseguridad crearon un caldo de cultivo perfecto para que los discursos populistas calen con fuerza en amplios sectores de la sociedad. Trump y otros políticos de derecha conservadora aprovecharon este contexto, presentándose como los únicos capaces de devolver el poder al pueblo, mientras que atacan a lo que consideran un "establishment" corrupto que no responde a las preocupaciones de la ciudadanía.

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Montiel señala que el discurso antiinmigrante se ha convertido en un catalizador importante para los movimientos populistas, no solo en Estados Unidos con Trump, sino también en países como Hungría, Turquía y Rusia. Este sentimiento se conecta con el nacionalismo, que reivindica la identidad y los intereses locales en contraposición al libre comercio global y a los valores supranacionales promovidos por organizaciones como la Unión Europea.

El experto dice que esta retórica encontró un terreno fértil en Europa, donde la desconfianza en instituciones como la Unión Europea aumentan, especialmente en sectores conservadores que ven al supranacionalismo como una amenaza para la soberanía nacional.

Explica que el neopopulismo, de esta manera, no solo se alimenta del nacionalismo tradicional, sino también de un sentimiento de marginación por parte de amplios sectores de la población, quienes sienten que las élites políticas y económicas no han sabido responder a sus problemas.

Arlene Ramírez Uresti, internacionalista y académica de la Universidad Iberoamericana, observa que el "trumpismo" trasciende la figura de Donald Trump y es una propuesta discursiva que fortalece a líderes de derecha en Europa, como Giorgia Meloni en Italia y Marine Le Pen en Francia.

"La alineación en los liderazgos de derecha hoy no es con Donald Trump, sino con el trumpismo. Es una propuesta discursiva que se adapta a distintos contextos y eso es lo preocupante, porque al final eso es lo que llevó en algún momento a Europa a los radicalismos", señala Bade. Esto explica por qué líderes como Meloni y Le Pen adoptaran un discurso que, aunque sigue dentro del marco institucional, busca desafiar los fundamentos del proyecto europeo.

Montiel destaca que, aunque los contextos son diferentes, existe una convergencia en la manera en que los líderes de derecha, tanto en Europa como en América, explotan estos temas para movilizar a las masas y desafiar las estructuras políticas existentes. La superioridad racial, el choque de civilizaciones y las divisiones religiosas, también mencionados por Montiel, son otros elementos que marcaron el auge de estos movimientos populistas, resurgiendo como una respuesta a las tensiones sociales y culturales de las últimas décadas.

Trump y la nueva configuración global

Con Trump nuevamente en la Casa Blanca, la extrema derecha global tiene la oportunidad de fortalecer sus alianzas y consolidarse como un bloque político con capacidad de influir en la agenda internacional.

La reconfiguración geopolítica que se está dando en este contexto podría ser un factor clave para que estos movimientos avancen aún más. Bade señala que la crisis de liderazgo en Europa —con un Emmanuel Macron debilitado, una Alemania en recesión y un Reino Unido aislado tras el Brexit— ha abierto espacio para que figuras como Giorgia Meloni en Italia se posicionen como referentes políticos en la región.

La relación entre Italia y Estados Unidos se vuelve clave. "Si vemos la postura de Francia en los últimos días respecto a temas importantes de la agenda de Estados Unidos en Europa, podemos notar que a Italia le conviene cambiar de proveedores energéticos. Esto le abre la puerta a un comercio más sólido con Estados Unidos, similar a cómo México por años fue la bisagra entre América Latina y Estados Unidos, analiza Bade.

La narrativa de la seguridad y la soberanía también se ha convertido en un eje central de la retórica populista. Bade señala que la derecha radical europea aprendió de Trump cómo usar el miedo a una amenaza externa para justificar políticas más restrictivas. La estrategia consiste en convencer a los ciudadanos de que su seguridad nacional está en peligro, y que solo un gobierno fuerte y nacionalista puede protegerlos de esos peligros. Esta lógica es clave en la implementación de políticas antiinmigratorias más estrictas, además de la normalización de discursos que antes habrían sido considerados marginales o extremistas.

La oligarquía y su rol en el auge de la extrema derecha

El crecimiento de la extrema derecha no solo es una cuestión de estrategia política o ideológica... también de financiamiento.

"El regreso de la oligarquía al apoyo político de estos movimientos es claro", advierte Bade. "Hoy en día, los grandes capitales no solo respaldan estas ideas desde el sector privado, sino que están configurando la política global en función de sus propios intereses". Esto se traduce en el financiamiento de campañas políticas, el control de medios de comunicación y el apoyo a políticas económicas que favorecen a sectores empresariales específicos.

Un caso particularmente relevante es el de Alemania. La creciente influencia del partido Alternativa para Alemania (AfD) es impulsada, en parte, por el respaldo indirecto de figuras como Elon Musk. "El respaldo de Musk al AfD no solo normaliza sus posturas, sino que también refuerza la idea de que las élites tecnológicas están reconfigurando el panorama político", comenta Bade.

Ángel Gustavo matiza que "las oligarquías han financiado movimientos en ambos extremos del espectro político a lo largo de la historia, pero en este momento, el poder económico está más alineado con las ideas de la nueva derecha". Este respaldo se debe, en parte, a que las políticas proteccionistas y la desregulación impulsadas por la derecha favorecen a ciertos sectores empresariales que buscan reducir la intervención estatal.

El desafío que enfrentan las democracias liberales no es solo una cuestión de contrarrestar a la extrema derecha en el plano político, sino de abordar las desigualdades económicas y sociales que alimentan este auge. Tal como señala Gagatek, la clave para frenar este fenómeno no está en silenciar a la extrema derecha con respuestas reactivas, sino en entender las fallas del centro político, que, al no atender las demandas de amplios sectores de la población, ha dejado espacio para que estas narrativas populistas ganen terreno.

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