Esther Solano, profesora de la Universidad federal de Sao Paulo, indicó en una conferencia dictada en la UNAM que la izquierda pasó de representar un proyecto de utopía, de rebeldía, de posibilidad de un futuro diferente, a establecerse como una izquierda mainstream, ortodoxa, de centro, burocratizada y elitizada.
Ahí es donde los políticos de extrema derecha ofrecieron una alternativa para los votantes.
A diferencia de la derecha tradicional, el discurso de la ultraderecha no se centra en la tensión entre el Estado y el mercado, aunque algunos también enfaticen en ello, sino en la defensa de los valores conservadores frente al liberalismo progresista.
Otra diferencia con la derecha tradicional, de acuerdo con el académico chileno, es el respeto al juego democrático. La ultraderecha no se apega a las instituciones formales e informales de la democracia y puede realizar ataques contra los resultados electorales, si estos no le son favorables.
Bolsonaro, la punta de lanza
El triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos en 2016 fue el primer aviso de la llegada de la extrema derecha al continente, que rápido se extendió hacia el sur.
El primer caso latinoamericano que llamó la atención tanto del público general como de la academia fue la irrupción de Jair Bolsonaro en Brasil, quien gobernó entre 2019 y 2022. Antes de las elecciones de 2018, el excapitán del Ejército era un diputado casi irrelevante, pero las circunstancias lo llevaron a derrotar al candidato del Partido del Trabajadores.