Sheinbaum no tuvo reuniones previas ni con Carney ni con Trump. Los tres tomaron la posesión del gobierno de sus países hace menos de un año. Sin embargo, el premier canadiense ya viajó a Washington para reunirse con Trump, en una charla en la Oficina Oval donde el comercio, especialmente el T-MEC, fue uno de los temas más relevantes.
Horacio Vives, profesor del Departamento Académico de Ciencia Política del ITAM y director del Centro de Estudios Alonso Lujambio, indica que el equipo de la presidenta Sehinbaum evita una confrontación directa con Trump, para no brindarle una oportunidad de maltratar a la mandataria, como lo hizo ya con otros líderes, como el ucraniano Volodimir Zelenski o el sudafricano Cyril Ramaphosa.
El académico del ITAM recuerda que Sheinbaum ya tuvo dos oportunidades de reunirse con Trump. Una en la reinaguración de la catedral de Notre Dame de París, y otra en los funerales del papa Francisco, celebrados en abril de este año en Roma. En ambas ocasiones México envío una delegación menor.
“Es algo que el gobierno y la presidencia están evitando a toda costa. La invitación del primer ministro de Canadá la pone en una situación muy compleja, en términos de poder declinarla, porque estamos hablando de que estarían en un entorno reducido de participantes”, dice Vives.
Para Soto Castañeda no es aconsejable que Sheinbaum asista a la reunión si no tiene un plan adecuado, pues el riesgo de un desencuentro con Trump, un hombre de un comportamiento impredecible, es más alto.
“Si México asiste al G7 tiene que llevar un buen plan de trabajo, un buen plan de desarrollo que nos permita estar en esa mesa y tener una buena trascendencia, si no vamos también sería algo inteligente y a considerarse para no tener un mal papel en el escenario internacional”, señaló la académica de la Salle.