Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos mantiene instalaciones militares en diversas partes del mundo. Actualmente, el Departamento de Defensa estadounidense opera o utiliza al menos 128 bases de este tipo distribuidas en 51 naciones diferentes.
Las concentraciones más grande se encuentran en Europa y en la región del Indo-Pacífico, especialmente en países como Alemania, Japón y Corea del Sur. La terminología oficial distingue entre "bases persistentes" y "sitios militares", siendo las primeras instalaciones de uso continuo durante más de 15 años.
Esta presencia militar global tiene objetivos estratégicos claramente definidos como la respuesta rápida ante emergencias, disuasión ante adversarios potenciales y la garantía de seguridad hacia países aliados y socios internacionales, fortaleciendo alianzas regionales.