Publicidad
Publicidad

El uso de las fuerzas armadas de EU contra los cárteles es una mala idea

Trump ordena el uso del ejército para luchar contra las organizaciones latinoamericanas dedicadas al tráfico de drogas, una fórmula que no ha tenido buenos resultados en el pasado.
jue 21 agosto 2025 05:46 PM
Esta combinación de imágenes creada el 7 de agosto de 2025 muestra al presidente de Estados Unidos, Donald Trump (izq.), en Grand Rapids, Michigan, el 5 de noviembre de 2024, y al presidente venezolano, Nicolás Maduro (der.), en Caracas, el 31 de julio de 2024. El 18 de agosto de 2025, Nicolás Maduro, de Venezuela, dijo que desplegaría 4,5 millones de milicianos en respuesta a las "amenazas" estadounidenses, después de que Washington aumentara la recompensa por su arresto y lanzara operaciones antidrogas en el Caribe.
Washington desconoce las dos últimas reelecciones presidenciales de Maduro y le acusa de encabezar el llamado Cartel de los Soles, que considera una organización criminal.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desplegó tres buques de guerra cerca de las costas de Venezuela como parte de sus esfuerzos para combatir el tráfico de drogas, indicó a la AFP una fuente familiarizada con la operación el miércoles, una escalada en su uso de las fuerzas armadas como herramienta contra el narcotráfico.

Washington desconoce las dos últimas reelecciones presidenciales de Nicolás Maduro y le acusa de encabezar el llamado Cartel de los Soles, que considera una organización criminal.

Publicidad

La Casa Blanca dijo el martes que Trump usaría "todos los medios" para detener el narcotráfico al preguntársele la posibilidad de un envío de militares al país caribeño.

"El presidente Trump ha sido muy claro y consistente, está preparado para usar todos los medios del poder estadounidense para evitar que las drogas inunden nuestro país y traer a los responsables ante la justicia", dijo la secretaria de prensa de Trump, Karoline Leavitt.

La prensa estadounidense reportó el 8 de agosto que el mandatario ordenó a las fuerzas armadas combatir los cárteles latinoamericanos designados por Estados Unidos como organizaciones "terroristas" globales.

El presidente republicano libra una guerra contra los cárteles desde que regresó al poder en enero, sobre todo para intentar frenar el tráfico de fentanilo, un opioide sintético.

La designación de organizaciones "terroristas" globales permite utilizar "elementos del poder estadounidense, como las agencias de inteligencia, el Departamento de Defensa, etc., para atacar a estos grupos si tenemos la oportunidad”, dijo el Secretario de Estado, Marco Rubio, a principios de este mes.

"Ya no es un asunto de aplicación de la ley. Se convierte en un tema de seguridad nacional”, aseguró el encargado de la diplomacia estadounidense.

La utilización del ejército para combatir a los cárteles dedicados al narcotráfico no es una medida nueva para Estados Unidos. De acuerdo con organizaciones, tampoco es una política que tenga mucho sentido desde el punto de vista práctico ni estratégico.

Publicidad

¿Por qué no funcionará esta medida?

La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) señala que hay varias razones por las que el uso del ejército no es la mejor estrategia para combatir a los cárteles del narcotráfico, aunque reconocen la dificultad de detener a estas organizaciones.

En primer lugar, menciona que el objetivo de la administración Trump con estos operativos es poco claro.

“Aun cuando el objetivo fuera eliminar a un grupo determinado, el resultado sería decepcionante en términos de reducir la violencia o el narcotráfico en el mediano y largo plazo”, indica la organización en un reporte, pues los líderes individuales son fácilmente reemplazables.

Aunque el ejército estadounidense cuenta con capacidades de sobra para interrumpir las actividades de un grupo criminal específico, como destruir complejos de laboratorios de drogas y capturar capos, eso aporta muy poco al objetivo más amplio de acabar con el crimen organizado.

“Nuevos grupos criminales —a menudo más violentos— surgen para llenar los vacíos que dejan los líderes asesinados o capturados”, señala la organización.

También señala que la naturaleza de los grupos de los cárteles del crimen organizado es muy distinta a la de los grupos insurgentes o terroristas, como lo ha hecho en Latinoamérica y en otras regiones del planeta.

Estos grupos necesitaron décadas de ofensivas militares antes de disolverse o sentarse a negociar, y son adversarios muy distintos de enfrentar en comparación con el crimen organizado, señala WOLA.

"Los grupos criminales son adversarios menos predecibles porque no necesariamente buscan enfrentarse con los gobiernos de sus países. Lo que quieren es ganancia, no poder político (salvo cuando el poder sirve para proteger sus ganancias)”, indica el reporte, “La administración Trump parece no entender este punto en absoluto”.

Por ejemplo, aunque las acciones logran afectar las operaciones temporalmente, de poco servirá si no se destruyen las estructuras políticas y económicas que sostienen a este tipo de organizaciones criminales.

“Deshacer esas relaciones no es una misión militar: es tarea de investigadores, fiscales y jueces, quienes a su vez deben estar sujetos a un estricto control anticorrupción”, dice WOLA. “Dejará intacto al ‘crimen organizado’, porque los soldados y las fuerzas armadas no existen para combatir redes de corrupción y el financiamiento ilícito”.

Publicidad

Riesgo para la autonomía

Enviar al ejército a combatir a los cárteles en Latinoamérica también podría constituir una violación a la autonomía de estos países, por lo que cualquier acción contra los cárteles, de este o otro tipo, tiene que realizarse en coordinación con los gobiernos locales.

Si no sucediera de ese modo, esta acción se consideraría una “amenaza o quebrantamiento de la paz” o un “acto de agresión” de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas, o un “ataque armado” según el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.

Latinoamérica es muy sensible hacia la intervención militar estadounidense, un sentimiento que trasciende el espectro político, pues pocos encontrarían convincentes el argumento de “defensa propia”.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió con rapidez a la noticia de la orden secreta de la administración Trump.

“Estados Unidos no va a venir a México con los militares”, declaró el 8 de agosto en su conferencia matutina diaria. “Cooperamos, colaboramos, pero no habrá invasión. Eso está descartado, absolutamente descartado.”

En México y en otros lugares, una operación militar no consensuada en territorio extranjero causaría un daño tan grave a las relaciones bilaterales y regionales que la promoción y el logro de otros intereses estadounidenses en ese país se volverían prácticamente imposibles.

“La previsible ruptura en las relaciones con México, por ejemplo, socavaría o pondría fin a la cooperación en una amplia gama de temas, incluidas posibles estrategias productivas para enfrentar el crimen y la violencia”, señala el reporte de WOLA.

El ejemplo más emblemático de este fue la invasión a Panamá de 1989, conocida como "Operación Causa Justa”. Justificada por la captura del presidente Manuel Noriega y la protección del canal, dejó profundas cicatrices en la sociedad y la política panameñas.

¿Y qué pasa con Venezuela?

En el caso de Venezuela, la situación es especialmente delicada. Ambos países no mantienen relaciones diplomáticas desde 2019, por lo que cualquier cooperación en materia de seguridad es inexistente.

Si Trump decide desplegar fuerza militar estadounidense contra el “Cartel de los Soles”—una estructura criminal amorfa, desorganizada, opaca y no jerárquica presuntamente liderada por Maduro—, no está claro si se llevaría a cabo una operación quirúrgica para eliminar a los líderes corruptos o toda una invasión con el fin de derrocar al gobierno de Nicolás Maduro.

“En el primer escenario, el de un “ataque quirúrgico”, el resultado sería el mismo que en ofensivas anteriores contra organizaciones criminales: unas cuantas detenciones y extradiciones “trofeo” que solo abrirían un espacio que el crimen organizado llenaría rápidamente”, indica WOLA.

El segundo escenario es más complejo. La fuerza militar estadounidense podría derrocar a Maduro en meses, pero lo que pase con Venezuela después puede ser mucho más inestable.

“Dado que la violencia criminal e insurgente ya trasciende fronteras y prosperan economías ilegales, como la minería de metales preciosos y la trata de personas, cabe preguntarse qué papel jugarían esas redes en el escenario posterior a una operación militar y cómo se transformarían”, advierte la organización.

Esto puede traer mucho más violencia en una región que ya vive un aumento de asesinatos relacionados con el crimen organizado.

Una tercera opción es que esto solo sea un ejercicio de presión belicista, con más gestos simbólicos que acciones. Esta probablemente traiga pocos cambios y quizás ayude a Maduro a fortalecerse.

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad