Para el politólogo Bruno Cautrès, el "problema fundamental" de Bayrou, uno de los socios minoritarios en la alianza centroderechista de Macron, es que carecía de "legitimidad electoral" para impulsar estas grandes reformas.
Malestar social
El anuncio en julio del plan de recortes impulsó los llamados, hasta entonces minoritarios en redes sociales, a protestar el 10 de septiembre y configuró un movimiento difuso detrás del lema "Bloqueemos todo".
El ministro del Interior, Bruno Retailleau, ordenó a la policía que aplique "la mayor firmeza" en caso de altercados, pero descartó un "movimiento de gran alcance". Además, acusó a la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon de aprovecharse de las protestas.
Para los expertos, el movimiento es diferente del de los "chalecos amarillos", que sacudieron el primer mandato de Macron entre 2018 y 2019. Entre las acciones previstas está el bloqueo de sitios estratégicos y no usar las tarjetas de pago.
"Desde que Macron está en el poder, es peor que nunca, el dinero se distribuye a los que ya lo tienen", asegura a la AFP Annie, una mujer de 76 años que participará en la protesta. Otros futuros manifestantes denuncian el "abismo" con la clase política actual.
Elevada deuda pública
La incertidumbre también alcanzó a los mercados de deuda, máxime cuando el plan de Bayrou era sanear las arcas públicas, que registraron un déficit público del 5,8% del PIB en 2024 y una deuda pública de casi el 114% en marzo, la tercera más alta de la UE.