El avance de los extremismos en el mundo
La extrema derecha ¿está en la Casa Blanca? Es la primera vez que, tras la elección de un presidente en Estados Unidos, surge esta pregunta.
“(En estricto sentido) Donald Trump no es un político de extrema derecha, es un conservador. Pero en algunos puntos, su ideología sí casa con las políticas defendidas por los más radicales. Trump es extrema derecha a la hora de buscar aislacionismo”, considera Raquel Saed, internacionalista de la Universidad Iberoamericana.
Pero entre su gabinete sí hay personajes que son conocidos miembros de este movimiento radical. Éste es el caso del fiscal general, Jeff Sessions, o el exconsejero de Seguridad Nacional, Mike Flynn , famosos por su ideología antiinmigración y antiislam. Además, uno de los principales asesores es Steve Bannon, un supremacista blanco.
“Con Trump, la extrema derecha va a estar dentro de la oficina oval”, aseguró Saed a Expansión, días antes de la investidura presidencial.
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Lo ocurrido en Estados Unidos ha dejado de ser una rareza en Occidente. En Europa, los movimientos racistas y xenófobos llevan casi una década cosechando votos, alimentándose del rechazo antiinmigrante y de los estragos de la crisis de 2008. En Reino Unido, los extremistas jugaron un papel clave en la victoria del brexit ; en Finlandia y Dinamarca, los radicales integran la coalición de gobierno y, en Francia, el Frente Nacional es uno de los favoritos en las elecciones presidenciales de abril.
Es difícil encontrar un Parlamento europeo en el que estos partidos no hayan avanzado. Para el historiador por la Universidad Autónoma de Barcelona Xavier Casals, estos movimientos han florecido por el descontento con la marcha de empresas al extranjero y los migrantes, dos factores con los que los radicales justifican todos los problemas.
Otro elemento que explica la fuerza de estos movimientos a ambos lados del Atlántico es el desencanto con los partidos tradicionales, a los que los extremistas ven como unas élites burocráticas que ya no representan al pueblo, dice Casals.
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