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OPINIÓN: La fórmula del éxito del líder

El éxito de un CEO radica en su capacidad de vivir y evitar tres formas comunes de morir.
mar 20 septiembre 2016 07:00 AM
El target
El target Una existencia llena de aventuras para desempeñar la maravillosa tarea de construir empresa y sociedad.

Nota del editor: Rafael Gómez Nava es director general del IPADE. La columna CEO Corner pretende ser foro de reflexión para la alta dirección y provocar ideas para tener más empresas exitosas y durables. Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de su autor.

(Expansión)— La posición de CEO es anhelada, reconocida y bien recompensada. En apariencia, su labor es sencilla, controlable, eficaz, sofisticada y hasta glamorosa. Sin embargo, el trabajo directivo, en especial el del CEO, requiere esfuerzo, enfoque, recuperación, equilibrio emocional y sencillez para seguir mejorando.

La figura del súper CEO es irreal. Es de carne y hueso y se pone a prueba contra sus propios límites y debilidades, pues, antes que su cargo, es persona y, como tal, supera las adversidades y da unidad a los diferentes enfoques, voces e intereses. Dirigir no es conciliar, es un ejercicio de pensamiento, síntesis y acción por el bien del presente y el futuro de la empresa.

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¿En qué radica, entonces, el éxito del CEO? En su capacidad de vivir y de evitar tres formas comunes de morir.

  1. El CEO debe vivir con enfoque: los riesgos actuales de morir por desenfoque son diversos. Las tecnologías de la información, el acceso ilimitado a cualquier saber, los múltiples talks y las técnicas de colaboración abierta global son fuentes extraordinarias; permiten ampliar horizontes y oxigenar a la empresa de ideas para buscar nuevas formas de llegar a más. Sin embargo, también pueden ser distractores de los elementos centrales de la organización y de la alta dirección. Pienso que, en el futuro, morirán más empresas por el activismo y por el desenfoque, que por el hecho de tener un modelo de negocio claro, explícito y bien ejecutado.
  2. El CEO debe saberse acompañar, recibir consejo y, cuando es necesario, feedback. Morir por soledad es común en nuestros días. ¿El CEO vive en soledad? Algunos sí. Su función es, paradójicamente, una de las más solitarias. Siempre está rodeado de personas, pero con pocas de ellas puede intimar, compartir y explorar. Normalmente, el día se ocupa con una agenda exhaustiva de actividades, reuniones con diversas voces, diferentes actores e intereses múltiples. ¿Cuándo piensa y reflexiona el CEO verdadera y auténticamente? Los espacios se tienen que abrir, no hacerlo trae consigo el riesgo de pensar y afirmar que todo lo que se hace es bueno, que no hay áreas de mejora y que el éxito actual perdurará. Se muere por complacencia, resultado de la soledad en que vive el CEO.
  3. El CEO es un buscador de mejora, innovación e impulso para hacer más y mejor. Se muere por ineficiente y por aletargamiento. Hay dos formas de vivir: con apertura y siempre buscando mejorar o en complacencia solitaria y con aletargamiento. Estoy seguro de que todos los CEO preferimos la primera. Es previsible que la segunda opción genere mortandad.
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Enfoque significa estar alerta pero concentrado. Apertura es reconocer que tenemos límites y que es válido pedir ayuda. Eficiente es aquel que está en movimiento en la búsqueda de mejora.

Recientemente, tuve conversaciones con los chairman de Roche, LavaAzza, EY y PayPal. Todos me permitieron reflexionar sobre las implicaciones de la vida del CEO y sus anhelos. Una existencia llena de aventuras para desempeñar la maravillosa tarea de construir empresa y sociedad. Sin duda, nadie ha dicho que el rol del CEO es sencillo; su vida es anhelada por muchos, valorada por algunos y desafiante para todos.

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