OPINIÓN: Donald Trump se queda solo con su discurso anticlimático
Nota del editor: Juan Mayorga es periodista especializado en asuntos ambientales, principalmente cambio climático, transición energética y desarrollo urbano sustentable. Es maestro en Public Management y GeoGovernance por la Universidad de Potsdam, Alemania, colaborador de medios nacionales e internacionales. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(Expansión) — Las amenazas de Donald Trump al Acuerdo de París han unificado en su contra a la comunidad climática global, reunida en Marruecos las últimas dos semanas para la COP22.
Al inicio de la cumbre, la noticia de la elección de Trump caló hondo en los asistentes. Muchos vivieron un deja vu del Protocolo de Kioto, que fue cabildeado y firmado por la administración de Bill Clinton, y luego abandonado en el Congreso tras la llegada al poder de los republicanos, de la mano de George W. Bush. La salida estadounidense fue la estaca en el corazón del Protocolo de Kioto.
Pero el mundo ha cambiado en estos 20 años y esta vez Estados Unidos no la tiene fácil para descarrilar el consenso internacional.
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La economía más grande del mundo y segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero se enfrenta hoy ante lo que la secretaria ejecutiva de la convención climática, la excanciller mexicana Patricia Espinosa, ha definido como un “chequeo de realidad”: la entrada en vigor el 4 de Noviembre pasado del Acuerdo de París.
Al escribir estas líneas, 111 de las 195 naciones firmantes han ratificado su adherencia al acuerdo. Al menos 6 lo hicieron después la elección de Trump. Y si el magnate republicano olvidara las implicaciones de este instrumento jurídicamente vinculante, alrededor de 90 ministros y jefes de estado lo recalcaron en Marrakech.
En sus discursos ante la plenaria de la COP22 se escuchó una expresión común: el Acuerdo de París contra el cambio climático es “irreversible”.
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Algunos no se guardaron palabras para referirse a Trump, como el francés Francois Hollande, quien conminó a Estados Unidos a “respetar los compromisos” y aseguró que su país dialogará con la nueva administración estadounidense “con apertura, respeto, pero con exigencia y determinación”.
En un emotivo mensaje, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, aseguró que dejar de combatir el cambio climático sería “una traición de consecuencias desastrosas” y, entre los pasillos de la convención, exhortó a las delegaciones nacionales a mantener la agenda climática sobre la mesa durante sus reuniones con los próximos representantes de EU.
México no se quedó atrás. El jefe de la delegación, Miguel Ruiz Cabañas, pidió a la plenaria de la COP22 “no distraerse” con los eventos recientes y llamó a evitar el “aislacionismo”.
Distintos funcionarios de la delegación china, entre ellos el viceministro de Exteriores, Liu Zhenmi, dejaron en claro que su país no se retiraría de la convención ni incumpliría sus compromisos climáticos, independiente de lo que decida hacer Estados Unidos.
No podría incluir aquí todas las expresiones hechas a favor del Acuerdo de París y a los esfuerzos mundiales por detener el aumento promedio de la temperatura global en 1.5 grados centígrados.
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Dado el escenario, si Trump insistiera en su delirio de renegociar el Acuerdo de París, Estados Unidos sufriría un golpe letal a su credibilidad, su peso diplomático y a su liderazgo en el mundo. Y, según lo expresado en esta cumbre, países como China o Alemania están listos para ocupar su lugar al frente de esta lucha global.
Pero la principal barrera de contención ante Trump no son los líderes de la política mundial, sino el mismo mundo al que dice pertenecer: los mercados. Como se recordó hasta la saciedad en la COP22, las fuerzas del mercado finalmente se están alineando a las señales enviadas por el multilateralismo. Los precios de la energía eólica y solar han alcanzado mínimos históricos, los mercados de carbono florecen y las bancas de desarrollo aumentan sus presupuestos para inversiones verdes.
nullTrump puede agraviar a las minorías, burlar la democracia o limitar los derechos humanos, pero no puede amenazar inversiones multimillonarias, muchas de ellas en regiones como Texas o California, que mantienen desde 2008 en Estados Unidos, por primera vez en la historia, un crecimiento económico desapegado de su emisión de gases.
La única lectura posible es que Trump está solo en sus delirios anticlimáticos. Y esta verdad quedó al desnudo en las palestras de la COP22.
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Contrario a lo que el magnate propone, su amenaza benefició al Acuerdo de París, porque le permitió desarrollar anticuerpos contra la demagogia. El diario ECO, especializado en las negociaciones climáticas, definió la virulenta respuesta de la COP22 como una muestra “resiliencia” del acuerdo. En México diríamos que quedó curado de espanto.
El Acuerdo de París es producto de un largo y tortuoso camino de negociaciones que culminó el año pasado en la capital francesa, con el aval del mayor despliegue de poder político visto desde la Segunda Guerra Mundial.
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Por poderoso que sea el rey de la telepolítica, no puede cambiar la voluntad mundial.
“Nadie puede detener a la historia”, dijo sobre Trump el presidente de la COP22, el ministro de Exteriores marroquí Salaheddine Mezouar, en el último día de la cumbre.