OPINIÓN: El nepotismo acecha la presidencia de Donald Trump
Nota del editor: Ted Galen Carpenter es un alto investigador del Cato Institute y editor colaborador de The National Interest. Es autor de 10 libros y editor colaborador de 10 libros. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Esta columna se publicó originalmente el 24 de noviembre de 2016.
(CNN) – La presencia de alto perfil de la familia de Donald Trump en el equipo de transición ha provocado varios comentarios negativos en los medios de comunicación.
ESPECIAL. 2016, EU eligió a su nuevo presidente
Según los reportes, el yerno del presidente electo, Jared Kushner, incluso jugó un papel clave para debilitar a los prospectos del gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie. Además, el motivo alegado fue la acusación previa del padre de Christie por tratos fraudulentos.
Pero la preocupación se elevó a otro nivel cuando su hija Ivanka Trump y Kushner supuestamente asistieron a una reunión entre su padre y el primer ministro japonés, Shinzo Abe. Tal incidente no pareció ser solo otra manifestación torpe de un nepotismo ordinario, pese a lo malo que pueda ser ese aspecto.
Ivanka está destinada a encabezar el vasto imperio empresarial de Trump. Su participación en la reunión con el líder de uno de los socios comerciales y de inversión más importantes de Estados Unidos constituyó un flagrante conflicto de intereses para el presidente electo.
nullEl nepotismo no es nada nuevo en la historia de la presidencia de Estados Unidos, aunque el gobierno de Trump parece ser especialmente susceptible a él. Quizás el caso más descarado fue la designación del presidente John F. Kennedy de su hermano Robert para el cargo de fiscal general.
Esa decisión irritó tanto a la clase dirigente política que el Congreso eventualmente aprobó un estatuto que en el futuro prohibiría a los miembros de la familia del presidente ocupar puestos por designación en su gobierno. Kushner parece estar tratando de encontrar una forma de eludir esa prohibición.
OPINIÓN: Trump debe resolver conflictos de interés
Sin embargo, excluir a sus parientes de puestos oficiales apenas resuelve el problema del nepotismo; incluso cuando los familiares no ocupan puestos en los que pueden formular políticas, aun así pueden tener un impacto considerable en las políticas. Los consejeros informales pueden —y, a lo largo de la historia de Estados Unidos, lo han hecho— influir en los ocupantes de la Oficina Oval. Y esos asesores frecuentemente son amigos o parientes.
Tal vez el problema más difícil de abordar es el papel del cónyuge presidencial. El cargo de primera dama (o primer caballero, en el caso de una presidenta) supuestamente debe ser principalmente ceremonial o de lidiar con asuntos no polémicos. Ese es un punto importante porque no hay ninguna disposición para una rendición de cuentas formal —ya sea la supervisión del Congreso o algún otro mecanismo— de las iniciativas políticas emprendidas por una persona en ese puesto. Sin embargo, algunas primeras damas han ejercido una gran influencia en la política. De hecho, los historiadores en general creen que la esposa de Woodrow Wilson, Edith, prácticamente dirigió la presidencia durante los últimos 18 meses después de su debilitante apoplejía en octubre de 1919.
Lee: Una pulsera causa el primer conflicto de interés de Trump
En nuestra propia época, la primera dama Hillary Clinton desempeñó papeles extremadamente importantes en las iniciativas de política nacional y extranjera de su esposo. Estuvo tan profundamente involucrada en el diseño del plan de salud gubernamental (que en última instancia fracasó) que los miembros ingeniosos de un centro de estudios de Washington se burlaron en privado de él como el “Plan de Salud HillBilly”.
Sin embargo, su mayor impacto podría haber ocurrido en las políticas en los Balcanes; sobre sus discusiones sobre Serbia con Bill Clinton más tarde admitió: “Lo insté a bombardear”. El presunto episodio es descrito por Gail Sheehy en su libro Hillary's Choice:
“El 21 de marzo de 1999, Hillary expresó sus puntos de vista por teléfono al presidente: 'Lo insté a bombardear'. Los Clinton discutieron el asunto en los siguientes días. (El presidente expresó) dudas: ¿Qué pasaría si el bombardeo promoviera más ejecuciones? ¿Y si desarmara la alianza de la OTAN? Hillary respondió: 'No puedes dejar que esto continúe al final de un siglo que ha visto el mayor holocausto de nuestros tiempos. ¿Para qué tenemos a la OTAN si no es para defender nuestro estilo de vida?' Al día siguiente, el presidente declaró que la fuerza era necesaria”.
OPINIÓN: La 'crisis existencial' del periodismo en la era Trump
Si el relato es preciso, se trataría de un caso en el que un miembro de la familia presidencial no solo tuvo alguna influencia sino un impacto decisivo en las políticas. Y tal consejo habría sido ofrecido sin que Clinton tuviera que someterse a escrutinio de ninguna otra persona en una posición de responsabilidad.
Desafortunadamente, ese tipo de influencia es algo extraordinariamente difícil de evitar. No hay manera de aprobar una ley contra la charla presidencial en la cama, o una que impida que el presidente hable de una cuestión de política con su cónyuge o sus hijos durante la cena.
La realidad es que el nepotismo es una tentación siempre presente. Uno esperaría que tanto el presidente electo como los miembros de su familia ejercieran moderación. Pero eso requeriría que el presidente electo Trump reconociera que el pueblo estadounidense lo ha elegido a él, no a toda su familia. Y exigiría a sus hijos y familiares políticos resistir la enorme tentación que viene con el acceso íntimo a la presidencia y a sus poderes.
Lee. Magnate y presidente: Trump y los conflictos de interés
Sin embargo, la historia no da mucha confianza sobre que el presidente o su familia se resistan a la tentación del nepotismo. Y hasta ahora, la conducta de la familia Trump durante el proceso de transición inspira aun menos confianza.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión