OPINIÓN: El que a filtraciones mata, a filtraciones muere, la ironía en Trump
Nota del editor: Paul Begala es estratega demócrata y analista político de CNN. Fue asesor político de la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992 y su asesor en la Casa Blanca. Fue consultor de Priorities USA Action, el supercomité de acción política que respaldaba a Hillary Clinton. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(CNN) — Ante las crecientes revelaciones sobre los contactos entre sus asesores de campaña y los servicios rusos de inteligencia, la mejor estrategia de Donald Trump es contarlo todo: publicar sus declaraciones de impuestos , responder a todas las preguntas, recusar al fiscal general, Jeff Sessions, de toda investigación y cooperar completamente con una investigación independiente. Es la única forma en la que acabará de una vez por todas con la idea de que los adversarios rusos comprometieron al presidente de Estados Unidos.
Eso no va a pasar.
Trump domina el arte de engañar y va a recurrir a una de sus tácticas favoritas, una que le ha servido mucho en otras ocasiones: desplegar armas de distracción masiva. "¡Miren allá!", grita, y nosotros volteamos. Como es estrella de reality shows, sabe que nuestra atención dura poco, que nuestra avidez por el dramatismo es aguda y nuestro interés en los objetos brillantes es extremo. Entonces, está gritando "¡sabotaje!". Se queja de las filtraciones de información y sus aliados piden que se investigue a quienes la filtraron. No a los rusos. No a los asesores de campaña que, de acuerdo con los investigadores estadounidenses, hablaron repetidamente con los rusos a lo largo de la campaña. No a la presunta información comprometedora que se ha dicho que los rusos tienen sobre el nuevo presidente de Estados Unidos. No, va a atacar a los que denuncian la corrupción.
Hay que tener presente que cuando pagó 25 millones de dólares a las personas que lo demandaron por fraude en el caso de la Universidad Trump, distrajo a los medios tuiteando un ataque contra el elenco de Hamilton, un musical de Broadway. Aparentemente, el sr. Trump pensó que era una grosería que el elenco sermoneara a Mike Pence acerca de la diversidad y la inclusión… porque todos sabemos que Donald Trump insiste mucho en los buenos modales.
Pero esta vez no funcionará, porque esta vez, la historia sigue, le guste o no. La historia del intento de Rusia por inclinar la balanza electoral a favor de Trump no terminará con nada menos que una revelación total y una investigación independiente.
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El que Donald Trump se queje de las filtraciones de información es como si Jack el Destripador se quejara de una cortada con papel. Es presidente de Estados Unidos gracias, en gran medida, a las filtraciones de información. Si los rusos no hubieran hackeado y robado los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata y del director de campaña de Hillary Clinton para transformarlos en un arma a través de WikiLeaks, es muy probable que Trump no hubiera llegado a la presidencia. En una carrera que se decidió por menos de 80,000 votos, eso es difícil de cuestionar.
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En los últimos días de la campaña, James Comey, director del FBI, publicó una carta con la que esencialmente se reabrió la investigación de los correos electrónicos de Hillary Clinton (otra vez) con base en… pues en nada. Resulta que esos correos de Anthony Weiner no tenían nada que ver con el caso de Clinton. Pero el daño ya estaba hecho.
Cabe señalar que parece que Comey sabía que los agentes de Trump tenían contactos con los rusos. Pero de alguna forma, eso nunca salió a la luz. El contraste entre la forma en la que Comey manejó el caso de Clinton y cómo manejó el caso Trump-Rusia es desconcertante.
Donald Trump se ha beneficiado de las fugas más que el director ejecutivo de Depend. Así que me perdonarán si no me convencen las quejas de Trump.
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Seguirá quejándose. Tal vez porque, aparentemente, el sistema de frenos y contrapesos está descompuesto. Los republicanos controlan el Congreso, así que no es probable que se lleve a cabo una investigación legislativa total. Rand Paul, senador republicano por Kentucky, nos dijo francamente por qué. "Sencillamente no creo que sirva de algo estar haciendo investigación tras investigación", dijo Rand en el programa de radio Kilmeade & Friends. "Particularmente de tu propio partido. Nunca podremos empezar con las cosas que tenemos que hacer, como abrogar Obamacare, si dedicamos todo nuestro tiempo a que los republicanos investiguen a los republicanos. Creo que no tiene sentido".
Los republicanos no investigan a los republicanos. Los republicanos del Congreso no cumplirán sus obligaciones de supervisión; eso podría interferir con las cosas importantes, como dejar a 20 millones de estadounidenses sin seguro de gastos médicos.
nullPor ello, es probable que los denunciantes sensatos no recurran al Congreso. Tampoco confiarán en el Departamento de Justicia. Después de todo, el nuevo Fiscal general fue uno de los primeros partidarios de Trump y uno de los más efectivos, además de que no tiene ningún interés por recusarse de la investigación de una campaña en la que tuvo un rol crucial.
Eso deja a la prensa libre. El cuarto poder es la única opción para los denunciantes. Cuando parece que el sistema de justicia está comprometido y que la supervisión del Congreso es negligente, las autoridades gubernamentales que tienen información comprometedora la filtran. Una y otra vez.
Supongo que hay cierta justicia poética en ver que el hombre que llegó a la presidencia de Estados Unidos gracias a las filtraciones podría salir perjudicado por ellas. El que a filtraciones mata, a filtraciones muere.
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