OPINIÓN: Las políticas climáticas de Trump dejan el futuro en manos de China

La guerra de la administración del presidente Donald Trump en contra de la ciencia se está volviendo su atributo más destructivo.

Nota del editor: Mark Lynas escribe sobre cambio climático y es miembro numerario de la Alianza para la Ciencia de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) — En un mundo racional, la gente tomaría el

más en serio conforme aumentan las pruebas de sus efectos dañinos en el mundo real.

La

; la desoladora , el derretimiento del hielo del ártico. Todos estos fenómenos deberían servir para que abordáramos con más decisión el problema desde su origen, reduciendo nuestras emisiones de carbono a nivel mundial.

Pero no vivimos en un mundo racional. Junto al rápido incremento de la temperatura mundial ha crecido la negación con motivos políticos de los hechos científicos básicos del cambio climático.

Este proceso de oposición a la ciencia llegó a su punto más bajo porque la administración de Trump está decidida a

de Estados Unidos, Barack Obama, por combatir el cambio climático.

La guerra de la administración de Trump en contra de la ciencia se está volviendo su atributo más destructivo. Nunca podremos combatir el cambio climático si seguimos viviendo en una era en la que la verdad no importa, en la que la exactitud de los hechos es secundaria a la ideología política.

Se espera que cientos de miles de científicos y de partidarios de la ciencia salgan a las calles el 22 de abril para participar en la

. El que sea necesaria una movilización dice mucho sobre el terrible predicamento mundial en el que nos encontramos.

Antes de las elecciones, Donald Trump tuiteó que creía que el cambio climático era un invento de los chinos para socavar las manufacturas estadounidenses. Esta absurda teoría de la conspiración sería risible si no la hubiera propuesto quien es hoy el hombre más poderoso del mundo.

Ahora, su gobierno pretende extraer más carbón de tierras federales, imponer a la fuerza oleoductos controvertidos como el

, relajar los estándares de eficiencia de consumo de combustible en autos y camionetas y .

nullEn parte, estas medidas son simbólicas, una concesión a la aversión republicana al ambientalismo liberal en las guerras culturales estadounidenses. El carbón ya no es la opción más barata para generar electricidad y la revolución de las energías limpias, encabezada por la combinación de las energías renovables con el gas superbarato, obtenido a través de la fractura hidráulica, empieza a parecer imparable.

Pero los simbolismos son importantes, particularmente si China entiende que la era de los controles a las emisiones de carbono ha llegado a su fin. Eso es lo que realmente importa para el futuro del planeta.

El legado más importante de Obama en el tema del clima fue el

. A cambio de la reducción de emisiones de carbono de Estados Unidos, China buscaría llegar al tope de sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2030.

No se sabe si China mantendrá este objetivo ahora que Estados Unidos dejó en claro que no pretende cumplir su parte del trato. Eso decidirá si el mundo enfrenta un futuro de devastación climática catastrófica relacionada con un calentamiento global de tres grados Celsius o más o un calentamiento más manejable, de dos grados o menos.

Después de varios años de estancamiento, China ahora está en la nada envidiable posición de líder del mundo en cuanto a cambio climático, gracias a la irresponsabilidad intencionalmente ciega de Trump.

Sí, tenemos que marchar por la ciencia el 22 de abril y tenemos que defender las verdades científicas y reducir nuestras emisiones máximas de carbono. Pero el éxito o el fracaso de estos esfuerzos colectivos para impedir un calentamiento global desastroso se definirá, a final de cuentas, en Beijing, no en Washington.


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