OPINIÓN: La Mona Lisa y la sonrisa de Duarte
Nota del editor: Ricardo Peralta Saucedo es catedrático de la Facultad de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México. Es candidato a la Fiscalía Anticorrupción de México. Síguelo en su cuenta de Twitter en @Ricar_peralta . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) – Mona es la abreviatura de señora, Lisa es su nombre de pila. Se casó con un hombre de apellido Giocondo y de ahí que se le conoce también como “La Gioconda”, quizá la obra maestra de Da Vinci.
Llena de misterios y enigmas, como incluso que la imagen es la fusión de varias modelos, no deja de maravillar precisamente por las expresiones profundas, ambas mitades del rostro no son idénticas, ni el paisaje detrás, el izquierdo es más bajo que el derecho.
Leonardo se acompañaba de la pintura en sus viajes, fue motivo de contemplación del artista por horas. Ella parece que mira a quien la ve, sus manos metódicamente evocan comodidad extenuante, tranquilidad ante la sesión pictórica, como si adivinara que sería tan famosa inmortal como su autor.
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Es casi divina la imagen, como celestial ha sido su belleza artística, un encanto a la vista, un homenaje a la feminidad universal.
En la típica técnica sfumato (técnica pictórica que se obtiene por aumentar varias capas de pintura extremadamente delicadas), se aprecia la imagen que concentra toda la obra, su épica sonrisa ¿es alegre o nostálgica?, ¿coquetea?, ¿se mofa de algo? Nunca nadie lo sabrá…
Toda proporción guardada y sin ningún afán de ofender a la "giocondolatría", nos preguntamos, sobre algunos personajes mexicanos contemporáneos tristemente célebres, quienes hasta hace unos días como la Mona Lisa esbozaron sonrisas.
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Javier Duarte, acusado entre otros delitos del fuero común y federal -el más trascendente por estar dentro de los delitos que merecen prisión preventiva conforme al nuevo Sistema de Justicia Penal en nuestro país, es el de Delincuencia Organizada, en su participación como orquestador, de dirección-, debe estar privado de su libertad.
Será como cualquier imputado, sujeto a una audiencia inicial. Un Juez establecerá si en su detención existieron las formalidades que exige el Código Nacional de Procedimientos Penales. Si es correcta, lo vinculará a proceso; entre 30 y 180 días durará la etapa de investigación.
El Ministerio Público, nuestro representante social, debe acusarlo por los delitos imputados ya con pruebas. Un Juez de Control valorará si se lleva a juicio o si no hay elementos para hacerlo.
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Si procede, iniciará el Juicio Oral, ante el Tribunal de enjuiciamiento, el cual definirá la inocencia o culpabilidad del imputado. Duarte podrá impugnar las resoluciones que considere adversas contra sí.
Este hombre pasará a la historia por su sonrisa, como millones de mexicanos, nos preguntamos ¿de qué ríe Duarte?, ¿se burla de nuestro sistema judicial?, ¿denuesta los esfuerzos de miles de ciudadanos que queremos un Sistema Nacional Anticorrupción?
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La sonrisa de la Gioconda me provoca esperanza, como la que sé tienen millones de mexicanos en la patria, en lo rico de nuestro país y su gente. En lo mucho que tenemos que hacer por el. México es de nosotros los ciudadanos. El enigma de la sonrisa de Duarte no nos quita el sueño. Seguiremos acrecentando nuestra gesta anticorrupción como herencia para nuestros niños.
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