OPINIÓN: ¿El sistema financiero refleja la situación económica en los países?
Nota del editor: Jorge Sánchez Tello es investigador asociado de la Fundación de Estudios Financieros-FUNDEF A.C., centro de investigación independiente con sede en el ITAM. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(Expansión) — En un contexto de globalización, el sistema financiero puede servir para atraer el interés de los inversionistas extranjeros; sin embargo, esto solo es posible cuando la economía tiene un buen comportamiento en sus variables.
Muchos apuntan al sistema financiero como el único responsable de las crisis financieras. Hay una visión alternativa: los problemas en el sistema financiero son el reflejo de otros desbalances que sufre la economía.
La crisis financiera internacional de 2008 se gestó de manera gradual de la mano de los desbalances globales. Las distorsiones en los mercados financieros tuvieron su momento más complejo después de la quiebra de Lehman Brothers, que provocó una situación de extrema iliquidez en el mundo.
La crisis internacional fue la derivación natural de una situación de desequilibrio mundial: los desbalances globales tanto fiscales como externos. El auge del crédito global de la última década movió a grandes flujos de capital en el mundo.
En Estados Unidos, la deuda federal en poder del público aumentó, de 36% del PIB en 2007, a cerca del 70% en 2011. La Oficina de Presupuesto del Congreso prevé que la deuda en poder del público supere el 150% del PIB en 2030.
OPINIÓN: El lado B de la inflación
El economista Ben Bernanke ha planteado la hipótesis del “exceso de ahorro global”, argumentando en una investigación que los flujos de capital hacia Estados Unidos, desde países en los que el ahorro observado es muy superior a la inversión –mercados emergentes de Asia y exportadores de materias primas– fueron una razón importante para que Estados Unidos pudiera sostener tasas de interés a largo plazo en niveles bajos e inferiores a lo esperado, durante la última década.
Con frecuencia se hace mención sobre la posición envidiable en la que se encuentra la economía mexicana, como resultado de la responsabilidad y disciplina de su política fiscal, así como por una política monetaria enfocada al control de la inflación que se ha tenido en los últimos 20 años.
Sin embargo, algunos críticos argumentan que la estabilidad macroeconómica que se ha logrado en México es incompleta, porque no se ha manifestado en beneficios para el sector real de la economía.
Hoy tenemos un problema aparentemente controlado con la inflación del 6% que se estima aproximadamente para este 2017; afortunadamente se encuentra estable y no debemos perder la ortodoxia en este tema porque una inflación alta disminuye el ahorro y las inversiones productivas; afecta el empleo y también, desalienta el desarrollo de instrumentos financieros de mediano y largo plazo. Es decir, futuros gobiernos deben estar comprometidos a respetar la autonomía del Banco de México para que pueda hacer su trabajo y mantener la inflación en el rango adecuado.
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Actualmente se ha aumentado de manera importante el monto de la deuda del sector público, tanto interna como externa, que a mediano plazo puede provocar una peor percepción sobre México. Tener una deuda aproximada del 49% del PIB, si bien no ha representado un problema para el país, se puede convertir en un verdadero dolor de cabeza si futuros gobiernos se endeudan todavía más.
Una de las mayores preocupaciones de cualquier economía es que haya un fuerte crecimiento del gasto público, muy superior al crecimiento económico y financiado con deuda por el incremento en el déficit. En los últimos 12 años, en México se ha incrementado el gasto público de manera consistente y con poca transparencia, es necesario tener una política pública más responsable del gasto.
Es importante recordar que durante la década de 1970, México tuvo malas experiencias en el manejo del déficit fiscal, derivadas de una fuerte expansión del gasto público y de una débil política de ingresos. Lo anterior, obligó a recurrir al endeudamiento y a la emisión monetaria. Además, generó un déficit en cuenta corriente que puso a la economía mexicana en una situación de vulnerabilidad.
México está por iniciar el proceso electoral hacia el 2018 y se tendrá que analizar a detalle las propuestas que tengan todos los candidatos y los partidos que los postulen porque el país no debe regresar a políticas asistencialistas y se debe continuar por el camino de las reformas. Además de que debe de ser contundente el combate hacia la corrupción y la inseguridad que tanto nos agobia a los que vivimos en México.
Ignorar estas variables podría tener repercusiones en el sistema financiero y con ello estaría en peligro la estabilidad económica del país. México necesita estar unido y fuerte frente a los embates de Trump y de la amenaza populista que ejerce presión con Maduro hacia el país.
Estamos a tiempo de evitar caer en un regreso a un pasado del cual estamos todavía intentado salir adelante.
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