OPINIÓN: El lado B de la inflación
Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Síguelo en su cuenta de Twitter @IvanFranco555 . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) — El lado B de la inflación es la forma de entender la inflación desde un punto de vista empresarial. Digamos también, menos ortodoxo, pero más real, palpable y práctico. La inflación o el aumento generalizado de los precios de la economía, es un fenómeno monetario y cuantitativo en su perspectiva agregada. Pero en la parte más celular, es una decisión de negocio generada a partir de una presión insostenible en los márgenes de utilidad de las empresas. Que, eventualmente, las obliga a aumentar sus precios.
En agosto de 2017, la inflación llegó a 6.66% a tasa anual. Un máximo mensual en 16 años. Los alimentos y bebidas contribuyeron con 2.3 puntos de inflación. Por otro lado, la inflación no subyacente (la más volátil), galopó en agosto de 2017 a una velocidad de casi 12% a tasa anual.
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Si revisamos las proyecciones de inflación de principios de año de diversas instituciones, se puede ver que, en general, se desconoce el concepto de inflación. Al menos, del lado B. De otra manera, todos hubieran acertado en sus predicciones. Técnicamente, los modelos de proyección no logran capturar un enorme componente residual aleatorio. A este componente le podemos llamar simplemente, el margen de utilidad de las empresas. Los márgenes de utilidad son los ingresos netos que las empresas necesitan para alcanzar sus objetivos mínimos de crecimiento.
En enero, después del gasolinazo, comenté en este mismo espacio que en el año 2017 podrían esperarse aumentos de precios escalonados y encadenados a lo largo y ancho de las cadenas de valor de la economía. Pero que ningún modelo de escritorio podría pronosticar con precisión los cambios en los niveles de precios que habría en el año. Simplemente, porque son decisiones individuales. Quien pueda modelar esto, seguramente ganaría un Nobel de Economía.
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El lado práctico de la inflación
La inflación que calcula el INEGI refleja los cambios en los precios promedio de cientos de miles de productos que se recaudan en tiendas de autoservicio, prestadores de servicios, mercados públicos y múltiples canales de venta al público.
Cada uno de esos negocios, sean poco o muy sofisticados, tienen un objetivo de crecimiento. Sus resultados dependen directamente de su volumen y de su precio de ventas. Y el precio de venta depende, entre otros elementos, de los costos. Cuando el objetivo de crecimiento de la empresa se ve afectado por aumentos de costos, éstas deben subir sus precios al consumidor. Ahora bien, no solo las empresas que venden al detalle son las que aumentan sus precios, sino todas a lo largo y ancho de la cadena productiva.
¿Por qué hasta 2017?
Considero que el entorno que vivieron los negocios en 2015 y 2016, años de baja inflación, pero con política monetaria relativamente laxa, fue solo un entorno sintomático, pero no riesgoso para sus objetivos de crecimiento. Incluso, con las presiones adicionales por la depreciación del peso. Aquí también entran explicaciones macro como la brecha del producto.
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No obstante, la insostenibilidad para los negocios llegó hasta el año 2017, entre otros factores, propiciado por el gasolinazo, que, aunque ocurrió una vez, llegó para quedarse. (No es la tasa lo que importa, sino el nivel).
Finalmente…
Cuando las empresas pronosticadoras y las autoridades analizan la inflación, solamente miran el lado A. Es decir, las condiciones macro, como la política monetaria, la brecha del producto, los choques de la oferta, entre otros. Pero el lado B de la inflación es una decisión individual producida no por la incertidumbre, ni por un fenómeno monetario, sino por una presión insostenible contra los márgenes de utilidad de las empresas. Y esto no se puede pronosticar, a menos que tengamos un modelo para los 5 millones de empresas que operan en México. Por esta razón es que las empresas consultoras yerran fácilmente.
Finalmente, como recomendación para Banxico y su encuesta de expectativas del sector privado. En lugar de preguntarle a los economistas su opinión sobre la inflación, mejor pregunten a las grandes cadenas retail, cuáles son sus expectativas de precios, a la luz del lado A y del lado B.
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