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OPINIÓN. Después del temblor: el costo para las aseguradoras

El sector asegurador mexicano tiene una densidad de primas relativamente baja, comparada con Argentina, Brasil, Chile o Colombia.
sáb 30 septiembre 2017 07:00 AM

Nota del editor: Carlos Arocha es actuario consultor y director general de Arocha & Associates con sede en Zúrich, Suiza, puedes escribirle a su correo info@arochaandassociates.ch . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.

(Expansión) – El país todavía está contando las víctimas y evaluando los daños producidos por el sismo del 19 de septiembre pasado. La loable labor de los rescatistas continúa incesantemente. A la fecha de la entrega de esta colaboración, se habían registrado 337 decesos y miles de heridos y damnificados. Y para conocer el costo que esta catástrofe supone para la industria aseguradora, hemos de tener, apreciado lector, la paciencia de Job.

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El proceso para determinar el daño parcial o total a un bien inmueble involucra un peritaje, o “ajuste”, utilizando el lingo del medio. Los ajustadores son profesionales cuyo dictamen experto determina la cantidad que la compañía de seguros indemniza, conforme a las condiciones generales y particulares de la póliza de seguros. Si se tratara de la pérdida de un automóvil, el ajuste comprende consultar los precios de mercado publicados por el libro “azul”. Cuando hablamos de casas y edificios (y contenidos), el ajuste puede tomar meses, incluso años.

El mes de septiembre empezó, en el calendario de las catástrofes naturales, el día 7. El evento fue un sismo de magnitud 8.1 en las costas de Chiapas. Al día siguiente, el huracán “Katia”, de intensidad 1, azotó Tecolutla, en las costas del estado de Veracruz.

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Y el 19 de septiembre, después de que en Palacio Nacional el presidente de la República izará la bandera a media asta para conmemorar el terremoto de 1985 y posteriormente se efectuara el simulacro de alarma sísmica hacia las 11 de la mañana, el centro de la tierra retembló nuevamente, poco antes de la hora de comer.

Esta vez se trataba de un epicentro localizado en el estado de Puebla, a unos 50 km. de profundidad, que ocasionó un sismo de magnitud 7.1. Este sismo, aun cuando no tan poderoso como el del 7 de septiembre, fue una verdadera tragedia. Más de tres docenas de edificios colapsaron. Los daños estructurales a centenares de casas y edificios en la Ciudad de México y los estados de México, Morelos y Puebla fueron significativos.

nullLos barrios hípster que son ahora las colonias Roma y Condesa de la Ciudad de México vivieron sus peores momentos. El culpable, o cuando menos cómplice, fue el subsuelo arcilloso en el que la Gran Tenochtitlán fue erigida.

El 23 de septiembre un temblor de magnitud 6.1 se originó en el estado de Oaxaca, y aun cuando aparentemente no hubo daños significativos, el suceso volvió a provocar pánico en la población.

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El servicio geológico de los Estados Unidos (United States Geological Survey) anunció que los daños del 19 de septiembre pudieran llegar a unos 180,000 millones de pesos. Sin embargo, solamente una fracción correrá a cargo de las aseguradoras.

El sector asegurador mexicano tiene una densidad de primas relativamente baja, comparada con Argentina, Brasil, Chile o Colombia. La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros estima que solamente el 5% de las casas y el 15% de los comercios cuentan con una póliza de daños.

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Según expertos, el huracán Katrina (2005) ha sido el evento asegurado más costoso de la historia, con costos estimados en el orden de los 81,000 millones de dólares (indizados a 2016). El terremoto del 19 no estará en la lista de los 40 eventos más costosos para la industria aseguradora mundial, toda vez que la falta de aseguramiento adecuado prevendrá una mención. No obstante, el daño por las pérdidas humanas es siempre inconmensurable. O infinito.

Su articulista prevé una secuela de este artículo para reportar estadísticas a medida que se vayan conociendo.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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