OPINIÓN: Solo el pensamiento lógico y crítico nos salvará de la manipulación
Nota del editor: Hossein Derakhshan es escritor e investiga los efectos sociopolíticos de las nuevas tecnologías de comunicación. Pasó seis años en prisión en Irán por su blog. Claire Wardle es investigadora del Centro Shorenstein para los Medios, Política y Reglamentos Públicos y encabeza First Draft, una organización sin fines de lucro. Recientemente escribieron un informe titulado Information Disorder, por encargo del Consejo de Europa. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a los autores.
(CNN) — Cuando usamos el término "noticias falsas" no solo nos derrotamos, sino que simplificamos en exceso un problema muy complejo. Hace un año no era así. Ese término significaba algo. Describía a un sitio web particular que usaba la misma plantilla que un sitio de noticias profesional, pero cuyo contenido era totalmente inventado. Pero hace unos meses, el término empezó a perder su significado. Empezó a usarse para describir cualquier información que disgusta a alguien. Los políticos lo usan cada vez más como arma para socavar el periodismo independiente con la intención de llegar al público directamente a través de sus propios canales.
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Este no es un fenómeno exclusivo de Estados Unidos. Las investigaciones del Columbia Journalism Review muestran que la gente de otros tres países cree cada vez más en que los medios de comunicación predominantes promueven noticias inventadas.
En países en los que la libertad de prensa es un lujo y la libre expresión no está garantizada, esta frase se está usando como excusa para reprimir ambas. La terminología importa y usarla simplemente "porque todos los demás lo hacen" ya no basta.
El término es terriblemente inadecuado para describir la complejidad de la situación. Cuando pensamos en las publicaciones de Facebook creadas por cuentas rusas en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, ¿las consideramos noticias? ¿Qué hay de la imagen de un tiburón nadando en una autopista en Texas durante el huracán Harvey? El tiburón era real , pero no estaba en Houston en ese huracán.
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Vivimos en una época en la que el torrente de información está contaminado y hay muchas clases diferentes de información. Cambian y se mueven. Algunas clases son visibles, otras son difíciles de detectar.
Podríamos decir que algunas son problemáticas, imágenes manipuladas creadas durante un acontecimiento noticioso, por ejemplo, diseñadas para confundir y engañar. Pero ¿qué hay de los sitios web de noticias satíricas? ¿Qué hay de los titulares engañosos, diseñados con el único fin de atraer tráfico?
Tenemos que repensar nuestro vocabulario.
nullEn nuestro reporte Information Disorder , encargo del Consejo de Europa y publicado por el Centro Shorenstein de la Universidad de Harvard, propusimos tres términos diferentes para pensar y hablar de este tema.
- La información errónea consiste en una equivocación no intencional, como el mal uso de una estadística o una cita, o cuando una imagen vieja vuelve a surgir (como cuando la gente compartió la foto del tiburón del que hablábamos).
- La desinformación es cuando se usa deliberadamente información o imágenes manipuladas para dañar a alguien. (Los anuncios de Facebook que Rusia creó y que se dirigían a los electores estadounidenses durante los comicios presidenciales serían un ejemplo).
- La información malintencionada es cuando se usa información genuina para dañar a alguien (como la pornografía de venganza).
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Los rumores, las teorías de la conspiración y la información inventada no son nada nuevo. Como lo explicó Sun Tzu hace 25 siglos, "todas las guerras se basan en engaños". La información falsa es parte de nuestra vida, ya sea como individuos que mienten para guardar las apariencias o para evitar lastimar los sentimientos de alguien más, como políticos que hacen afirmaciones falsas para perjudicar a su competencia, o como la prensa que propaga noticias engañosas para atraer más público.
Sin embargo, las redes sociales han agregado una dimensión totalmente nueva al fenómeno, principalmente porque la dinámica del poder ha cambiado. Ahora, cualquiera puede crear y difundir información falsa fácilmente y también es fácil amplificarla con la ayuda de bots, grupos organizados o publicidad personalizada.
En vista de que las redes sociales han causado que nuestro consumo de información sea una actuación para nuestro público, ahora es menos probable que la mayoría de las personas naden contra la corriente y desafíen a los demás. Como llevamos vidas cada vez más solitarias, ¿quién quiere sentirse más solo?
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Las revelaciones recientes sobre la interferencia extranjera en las elecciones estadounidenses han revelado que somos blancos de una guerra de información en curso. Antes, esta clase de campaña se libraba con tecnologías de comunicación sofisticadas y costosas, como la radio de onda corta o la televisión transnacional vía satélite.
Ahora, entidades considerablemente menos poderosas pueden perjudicar con pocos recursos a instituciones grandes o a personalidades establecidas. Es una guerra asimétrica.
Son dos los aspectos nuevos y singulares de las redes sociales que han cambiado las reglas del juego: primero, la desinformación, que puede amplificarse sin gastar mucho, a través de voluntarios comprometidos, entidades pagadas o bots. En segundo lugar, nuestras fuentes de información son cada vez más sociales y, por lo tanto, mucho más visuales, emocionales e interpretativas. Además, conforme decrece la confianza en las instituciones, la gente recurre a sus redes de familiares y amigos para obtener información. Esto ha creado el ambiente perfecto para la difusión de la desinformación en todo el mundo.
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Hay cuestiones preocupantes a largo plazo. Las redes sociales se han vuelto el vehículo más poderoso para que los políticos de todo el mundo socaven a la prensa tradicional y, por ende, dañen los cimientos mismos de la idea de la democracia representativa: un electorado informado.
La combinación de redes sociales y televisión es caldo de cultivo para los políticos sensacionalistas que se benefician de una población polarizada por las divisiones políticas, económicas, religiosas, raciales o étnicas.
Los métodos sofisticados —particularmente el uso de publicidad personalizada al detalle en las redes sociales— deben considerarse como receta para el éxito electoral en todo el mundo.
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Entonces ¿qué puede hacerse? La verdad es que no hay soluciones sencillas. Estas tendencias son el síntoma de los cambios sociales y económicos considerables que se están dando en todo el mundo. Pero a final de cuentas, solamente el pensamiento lógico y crítico nos salvará de la trampa de la manipulación.
Las investigaciones muestran que entre más informada está la gente, es menos probable que le afecte la guerra de información. Los tecnólogos, los órganos legislativos y los investigadores están esforzándose por encontrar soluciones a corto plazo. Sin embargo, ninguna tendrá un efecto duradero si no modificamos la educación pública, particularmente en lo concerniente a la educación respecto a la información.
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