OPINIÓN: Oiga, presidente Trump, por favor no deje de tuitear
Nota del editor: Dean Obeidallah fue abogado; conduce el programa The Dean Obeidallah Show, que se transmite diariamente por la estación estadounidense SiriusXM, además de que es columnista del sitio The Daily Beast. Síguelo en Twitter como @deanofcomedy . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) — Presidente Trump, si está leyendo esto mientras bebe sus amadas cocas de dieta o mientras usa un hierro siete en su club campestre privado, por favor ignore a quienes le dicen que modere sus tuits.
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Por favor siga dándonos 16 tuits sobre una asombrosa variedad de temas como lo hizo el martes 3 de enero para presumir que su "botón nuclear" es más grande que el del líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, o para anunciar un programa de premiación para lo mejor de las "noticias falsas" (¡espero ganar al menos uno!).
Como dice el dicho, "baila con quien te llevó", y quien lo llevó, fue Twitter.
Hubo un tiempo en el que yo era parte del casi 60% de los estadounidenses que esperaban que Donald Trump dejara de tuitear todo lo que se le ocurriera y que se comportara "presidencial". Me comprometí, junto con los miembros de la prensa, a dejar de cubrir cada tuit de Trump como si fuera el discurso de Gettysburg. Pero esos días quedaron atrás.
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Ahora quiero que Trump siga tuiteando. Bueno, para ser honestos, no lo hago porque quiera ayudar al presidente de Estados Unidos. Los tuits incesantes y erráticos de Trump están afectándolo políticamente y les dan a los demócratas una oportunidad enorme en las elecciones intermedias.
¿Cómo? Primero, los tuits de Trump suelen abrir un diálogo en la prensa sobre un tema que no le ayuda. Uno de los mejores ejemplos fue el de noviembre, cuando descubrimos las acusaciones contra el entonces senador demócrata por Minnesota, Al Franken, sobre que había besado a la fuerza a una mujer y posó en una foto de ella dormida en la que parece que le está tocando los senos.
Trump, siendo como es, no pudo dejar de opinar al respecto, así que tuiteó : "La foto de Al Frankenstien es muy mala, dice más que mil palabras. ¿En dónde están sus manos en las fotos 2, 3, 4, 5 y 6, en las que ella duerme?…". ¿Qué pasó? Pues en plena revolución de la campaña #MeToo, Trump revivió la conversación sobre sus propios antecedentes de presunta mala conducta sexual.
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Esto también causó que volviera a surgir la infame cinta de Access Hollywood en la que Trump se jacta de tomar a las mujeres por los genitales sin su consentimiento.
Otro ejemplo fue cuando Trump tuiteó su apoyo al candidato republicano a la gubernatura de Virginia, Ed Gillespie, refiriéndose a las estatuas de la Confederación : "Ed Gillespie cambiará el mal rumbo de la economía de Virginia y rápido. ¡Será duro contra el crimen y tal vez hasta salve a nuestras grandes estatuas/legado!".
¿Cuál fue la reacción? Cuando Trump alabó a las estatuas de la Confederación, provocó que la prensa nos recordara, una vez más, uno de los momentos más viles de Trump en la presidencia: cuando dijo que entre los manifestantes supremacistas blancos de Charlottesville, Virginia, había "personas muy finas".
nullComo si eso no fuera lo suficientemente malo, la adicción de Trump a los tuits ha provocado que se verifique la veracidad de cada tuit. La verificación de la veracidad no combina con Trump, al menos si te interesa la verdad. El resultado es que los tuits de Trump nos recuerdan frecuentemente lo propenso a mentir que es.
Politifact.com, un sitio web apartidista, ha documentado las mentiras y los tuits falsos de Trump en gran variedad de temas, ya sean sus declaraciones de que Amazon no paga impuestos o sus afirmaciones deshonestas de que el senador republicano Bob Corker , con quien Trump ha chocado públicamente, "nos dio el tratado con Irán".
El diario estadounidense The Washington Post verifica a diario los tuits de Trump y pone en evidencia sus declaraciones falsas, como lo hizo con varios de sus comentarios del martes en Twitter. Todo esto sirve para reforzar la impresión que tiene más del 60% de los estadounidenses: que Trump no es honesto ni digno de confianza.
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Finalmente, los tuits de Trump distraen del mensaje que quiere transmitir. Esta semana, Trump debió haber usado Twitter para lograr que la prensa se centrara en la promulgación de sus reducciones impositivas y de los bonos que ciertas empresas les han ofrecido a sus empleados en consecuencia… así como en su proyecto legislativo para 2018, que incluye su muy esperado plan para fortalecer la infraestructura estadounidense.
Pero en vez de eso, estamos hablando del tamaño del "botón" de Trump y de si es mentalmente apto para ser presidente.
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En cierto sentido, parece que Trump quiere someternos con tuits. Pero no está funcionando, como sé gracias a quienes se oponen a Trump y llaman a mi programa de radio en SiriusXM. Simplemente los está animando a votar en contra de los republicanos en las elecciones intermedias de este año para hacerle entender que no les gusta lo que han visto.
Así que Trump, ¡siga tuiteando! Está haciendo más para recuperar la grandeza del Partido Demócrata que lo que el partido podría haber deseado hacer para sí.
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