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OPINIÓN: A los 24 años, pagué 102.32 dólares para encontrar el amor

Desde que me gradué de la universidad, salir en citas parecía un segundo empleo y no era particularmente agradable, señala Lorenza Brascia Ingram.
mié 14 febrero 2018 09:01 AM
Opinión
Día de la boda de Lorenza y Pete Ingram. El 13 de junio de 2017 me propuso matrimonio en una propiedad hermosa a las afueras de Roma; nos casamos seis meses más tarde, en Nueva York, detalla Lorenza Brascia Ingram. (Foto: Stephanie Massaro/The Hons Studio)

Nota del editor: Lorenza Brascia Ingram es productora editorial de CNN. Vive en Nueva York. Síguela en Twitter como @lorenzaCNN . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

(CNN) — Sentada en el sofá de mi departamento de Nueva York, tomaba una copa de vino y tecleaba los últimos dígitos de mi tarjeta de débito para suscribirme a un sitio web de citas. En ese entonces era una productora de 24 años que viajaba por Estados Unidos para cubrir noticias de último minuto y las elecciones de 2016. Había tejido una amplia red de colegas y amigos.

Pero pese a mi carrera y a mis amistades, sabía que algo faltaba: amor.

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Desde que me gradué de la universidad, salir en citas parecía un segundo empleo y no era particularmente agradable. Parecía que muchos de los tipos que encontré en Hinge, Bumble y otras aplicaciones de citas solo querían citas "informales". Supongo que no debía sorprenderme.

Los estudios demuestran que el matrimonio no es tan prioritario para los millennials como lo fue para nuestros padres y nuestros abuelos. Nos concentramos en nuestra carrera y nos sentimos a gusto siendo solteros. Excepto que aunque me encantaba mi carrera y respetaba a quienes querían seguir solteros, yo también quería una relación a largo plazo… un alma gemela, como la que mis padres habían encontrado el uno en el otro hace 30 años.

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Entonces, si quería una relación con potencial para el largo plazo, tenía que tomar una ruta diferente… y tal vez me costaría. Una colega me urgió a probar un sitio de citas de pago. "A ver qué pasa", dijo.

La idea de pagar 102.32 dólares [alrededor de 1,800 pesos], que es lo que costaba la suscripción por dos meses en ese entonces, me parecía extraño. Mi hermana mayor se enamoró de su esposo en la universidad. Mis padres se conocieron en la preparatoria. Recurrir a un sitio pagado de citas se sentía raro comparado con los ejemplos de amor más orgánico que me rodeaban.

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A final de cuentas superé mis inhibiciones y en el verano de 2016, mi hermana me ayudó a escoger fotos de perfil para mostrar en mi nuevo perfil. Redacté una biografía breve en la que describí mi amor por el trabajo, los viajes, la familia y los amigos.

Conforme me fueron llegando mensajes, seleccioné cuidadosamente a los solteros potenciales de la zona en la que vivía. Era un poco abrumador, aunque fue un avance considerable respecto de los hombres que había encontrado en las aplicaciones de citas gratuitas. Parecía que estos chicos querían algo diferente. Algo serio.

El sitio de paga exhorta a los miembros a llenar cuestionarios extensos sobre sí y sobre lo que buscaban en su media naranja. Ver que había hombres que se habían tomado el tiempo para llenar cuestionarios tan detallados hizo que me diera cuenta de cuántos hombres hay allá afuera —incluso millennials— que también buscan compañía.

nullUna semana después de publicar mi perfil, llegó la hora de tener mi primera cita por subscripción. Me había puesto en contacto con un chico de nombre Pete, de Hoboken, Nueva Jersey. Mi hermana no estaba segura de que fuera mi tipo, pero teníamos muchos intereses en común, tales como nuestro trabajo y el amor por los viajes.

Llegado el gran día, no me sentía con ánimos para salir. Todavía quería conocer al "hombre correcto" a la antigua, en un partido de futbol colegial o a través de los amigos de mis amigos. Esa noche traté de cancelar la cita. Le envié a Pete un mensaje de texto diciéndole que acababa de llegar de un viaje de trabajo y que estaba muy cansada. Propuso que nos reuniéramos más cerca de mi departamento para que yo no tuviera que ir tan lejos y algo dentro de mí me dijo: "Ve y ya".

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Nuestra primera cita fue refrescante. Llegó a tiempo, me abrió las puertas y parecía que sentía curiosidad genuina por mi vida. Hablamos durante horas de los lugares a los que queríamos viajar. Italia estaba en el primer lugar de nuestra lista.

También hablamos de su foto de perfil, en la que salen dos mujeres, una a cada lado. Supuse que eran su mamá y su hermana. Estaba en lo correcto. Su hermana, de hecho, es su gemela. La foto y su respuesta fueron indicio de lo mucho que se preocupaba por las mujeres de su vida.

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Aunque nos tomó un tiempo bajar la guardia, esta vez sentía que había conocido a alguien que quería una relación a largo plazo.

A lo largo del año siguiente, Pete y yo nos fuimos conociendo y empezamos a querernos cada vez más. El 13 de junio de 2017, me propuso matrimonio en una propiedad hermosa a las afueras de Roma. Nos casamos seis meses más tarde, en Nueva York.

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La gente suele sorprenderse cuando les cuento que conocí a Pete en un sitio pagado de citas… y siendo tan joven. Pero por la razón que sea, pagar para conocer a alguien, cuando eres millennial, conlleva cierto estigma. Sin embargo, puedo decirles que fueron los 102.32 dólares mejor gastados de mi vida.

Buscar el amor y compañía para toda la vida no siempre es una necesidad personal. Conozco a muchas personas —joven, de mediana edad y mayor— que están felices como solteros. Pero si quieres encontrar el amor y la persona adecuada no ha tocado a tu puerta, no tiene nada de malo en pagar para encontrarlo, aunque tengas 24 años.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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