OPINIÓN: El problema con el juego de Trump respecto a Corea del Norte
Nota del editor: Fareed Zakaria conduce el programa Fareed Zakaria GPS de CNN. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(CNN) — Se ha dicho que las noticias sobre la península de Corea son un hito diplomático, y es verdad. Lo es para Corea del Norte.
Desde hace décadas, el objetivo de Corea del Norte es celebrar una cumbre de alto perfil con el presidente de Estados Unidos. Kim Jong Il, padre de Kim Jong Un, quería celebrar una reunión de estas con Bill Clinton. El gobierno de Clinton accedió a enviar a Madeleine Albright a Corea del Norte para iniciar las pláticas y ver si había avances suficientes como para celebrar una cumbre presidencial. Se concluyó que no.
El gobierno de Bush, que consideraba a Corea del Norte parte del Eje del Mal, no recurrió tanto a las pláticas de alto nivel. El gobierno de Obama logró algunos avances con los regímenes cubano e iraní a través de contactos de alto nivel, pero abandonó la diplomacia con el régimen norcoreano porque no estaba dispuesto a desnuclearizarse. Entonces se adoptó una política de presión y no de negociación que, hasta ahora, el gobierno de Trump ha mantenido e intensificado.
Hace unos días, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, dijo : "Nuestra postura respecto al régimen no cambiará hasta que veamos pasos creíbles, verificables y concretos hacia la desnuclearización". El mismo Trump había ridiculizado la idea de entablar negociaciones cuando tuiteó : "Estados Unidos ha estado hablando con Corea del Norte… desde hace 25 años. ¡Hablar no es la solución!". Humilló a su secretario de Estado, Rex Tillerson, por sus esfuerzos diplomáticos cuando tuiteó que estaba "perdiendo el tiempo" .
Entonces ¿qué cambió esta semana? No está muy claro. La interpretación benévola sería que el gobierno surcoreano confía en que Corea del Norte hablaba en serio respecto a negociar la eliminación de su arsenal. Dejemos en claro que Corea del Norte no ha dicho que hará concesiones, ni que revertirá el desarrollo de su arsenal, ni que se desnuclearizará.
Parece que lo que pasó fue que le dijeron a Trump que en las pláticas entre las dos Coreas, Kim Jong Un manifestó su deseo de reunirse con Trump, quien aprovechó la oportunidad. Henry Kissinger solía decir que las cumbres presidenciales deberían ser el clímax de un proceso largo de negociación, no el principio. La táctica de Trump pone de cabeza ese principio. Victor Cha, quien estaba entre los candidatos a embajador del gobierno de Trump en Corea del Sur, advirtió que una cumbre presidencial es peligrosa porque si fracasa, deja poco espacio para la diplomacia. Dice que el resultado podría terminar siendo la guerra.
nullSin embargo, deberíamos tomar esta maniobra con esperanza y desearles lo mejor a Trump y al gobierno. Sin embargo, parece que esto es parte de un patrón. Trump usa un discurso duro con países como China y Arabia Saudita. Luego, estos lo halagan, organizan desfiles y banquetes en su honor y Trump rápidamente da marcha atrás. En su ansia por recompensar los halagos, hace grandes concesiones sin recibir mucho a cambio. Estados Unidos ha respaldado las acciones saudíes en Yemen y Qatar sin que haya una reciprocidad notoria. Trump anunció una concesión importante a Israel con la mudanza de la embajada a Jerusalén sin pedir algo a cambio.
Parece que Moon Jae-in, presidente de Corea del Sur, ya se dio cuenta de esto. Ha intentado llevar los sucesos en la península coreana al terreno de la negociación, que esencialmente es lo contrario a lo que Trump declaró que haría. Sin embargo, hizo hasta lo imposible para alabar siempre a Trump mientras tomaba el camino contrario y volvió a hacerlo esta semana al darle gran reconocimiento a Trump por el acercamiento.
Parece que todos estos países entienden cómo manipular a Donald Trump. Lo que necesitamos ahora es ver si Trump sabe cómo manipularlos.
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