OPINIÓN: Mike Pompeo al Departamento de Estado, ¿destino manifiesto para México?
Nota del editor: Marco A. Morales es Investigador Afiliado al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Su cuenta de Twitter es @marco_morales . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(Expansión) – Mike Pompeo fue confirmado el jueves como el nuevo Secretario de Estado por el Senado estadounidense. La confirmación se logra como resultado de la operación política que, personalmente, hizo el presidente Donald Trump con Senadores. Esa no es una señal despreciable sobre el interés personal del presidente en la llegada de Pompeo al Departamento de Estado.
La llegada de Pompeo al círculo cercano del presidente Trump también fortalece la visión agresiva de la política exterior estadounidense que prevalece actualmente en la Casa Blanca. Llega, además, con la confianza del mandatario republicano luego de haber sido el enviado personal del presidente de Estados Unidos a negociar con el Líder Supremo de Corea del Norte, Kim Jong Un.
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Dado que tiene el oído de Trump, Pompeo está en una posición singular para reestablecer la relevancia del Departamento de Estado en la conducción de la política exterior estadounidense. Hacerlo, será una decisión personal del secretario Pompeo, que veremos en los siguientes meses.
También es importante destacar que Pompeo llega al Departamento de Estado en medio del desmantelamiento que inició su predecesor, Rex Tillerson. Además de la reducción presupuestal y la desaparición de varios departamentos “no esenciales”, alrededor del 60% de los diplomáticos de alto nivel ha renunciado al Departamento de Estado estadounidense y muchos de ellos luego de un inusual anuncio público en el que vinculan su renuncia con su desacuerdo con la política exterior de la Casa Blanca.
¿Cómo puede ser Mike Pompeo relevante para México?
Hay muchas interrogantes que, sin duda, comenzarán a aclararse en los siguientes días, pero tenemos algunos indicios.
nullPrimero, a diferencia de su predecesor que ignoró Latinoamérica, Mike Pompeo tiene a la región en su radar. Especialmente conocida es su oposición a los regímenes venezolano y cubano. Tal vez no es el mejor tipo de atención que se esperaría de un Secretario de Estado estadounidense, pero es un cambio con respecto al exsecretario Tillerson.
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Segundo, hasta el momento, la relación diplomática entre México y Estados Unidos se ha conducido principalmente entre la Casa Blanca – a través de Jared Kushner – y el canciller mexicano Luis Videgaray, ignorando en los hechos al Secretario de Estado y al aparato diplomático. Este equilibrio podría cambiar en las siguientes semanas.
En este momento, el tema más importante de la relación bilateral es la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Más allá de los resultados que el Representante Comercial estadounidense, Robert Lighthizer, pueda obtener de México en los siguientes días, la presión que Kushner pueda ejercer sobre el canciller Videgaray para obtener esas concesiones puede ser determinante para afianzar su posición en la Casa Blanca con respecto a México. De no lograrlo, podría abrirse el espacio para restablecer la relación directa entre el Departamento de Estado y la Cancillería mexicana.
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Tercero, y esta es la gran interrogante que depende del punto anterior y de la influencia que informalmente pueda ejercer sobre el presidente en materia de política interior. De sus días en la Cámara de Representantes, sabemos que Pompeo se ha opuesto a una reforma migratoria, y que favorece el endurecimiento de la seguridad fronteriza para frenar el cruce de migrantes indocumentados (“ilegales”). Pompeo podría, pues, ser otra voz de peso en contra de posiciones que los gobiernos mexicanos han intentado contener.
Pompeo puede o no ser una buena noticia para México. Lo sabremos con mayor claridad en las siguientes semanas. Lo que no podemos olvidar es que, además de la influencia personal que pueda ejercer sobre Trump, el Secretario de Estado es la cuarte persona en la línea de sucesión presidencial luego del Vicepresidente y los Presidentes de la Cámara de Representantes y el Senado.
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