OPINIÓN: El fracaso de la cumbre, consecuencia de la incapacidad de Trump
Nota del editor: Michael D'Antonio es autor del libro Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success (editorial St. Martin's Press). Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) — Decidido a superar a Barack Obama en todo, Donald Trump empezó a hablar de su potencial como ganador del Premio Nobel de la Paz mucho antes de fijar la fecha para su cumbre con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un. Cubrió de halagos al líder más represivo del mundo —" muy honorable " fueron las palabras que usó— e incluso la Dirección Militar de la Casa Blanca emitió una medalla conmemorativa de la cumbre, en la que extrañamente se presenta a Kim como "Líder Supremo".
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Pero el jueves 24 de mayo, en una carta dirigida a Kim, fiel a la naturaleza caricaturesca de su personalidad, Trump alude a "la ira tremenda y a la hostilidad abierta que mostró en su comunicado más reciente" para cancelar las pláticas de paz en un auténtico berrinche infantil. Esto pasó después de que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, amenazara al gobierno norcoreano con que lo derrocarían como en Libia si Kim no se sometía, amenaza que provocó que un funcionario norcoreano llamara " títere político " a Pence.
Es raro que un presidente se muestre tan perdido como Trump en cuanto a su manejo de la crisis coreana. Sus amenazas infantiles sobre "el hombre de los cohetes" y sus oscilaciones entre las amenazas y los halagos demuestran que Trump es fiel a su estilo. Para entenderlo solo hay que ver su historial de negociaciones.
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Como promotor inmobiliario en Nueva York, Trump solía hacer declaraciones descabelladas y proponía proyectos que nunca podía cumplir. Una vez dijo que construiría el edificio más alto de Estados Unidos en el Upper West Side de Manhattan. Otra vez insistió en que cambiaran el nombre del Centro de Convenciones Jacob Javits (quien fuera senador de Nueva York) por el nombre de su padre, Fred Trump. Ninguna de estas locuras ocurrió.
Sus primeros empeños políticos quedaron marcados por bravatas similares. Se peleó con el alcalde Ed Koch y criticó a todos los presidentes que ocuparon la Casa Blanca a partir de 1976. De joven, hablaba abiertamente de las sumas que se necesitaban para comprar la lealtad de los legisladores e incluso del entonces gobernador de Nueva York, Hugh Carey. En las entrevistas que le hice en 2014, menospreciaba a los políticos y los consideraba casi tan deshonestos como la prensa.
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Los métodos de Trump funcionaban cuando no había más en juego que un desarrollo inmobiliario o los titulares de los diarios del día siguiente. Pero usó la misma técnica con Corea del Norte y fue evidente que no podía con el paquete. Mientras otros lo manipulaban, Trump parecía un niño tratando de recuperar su juguete de los niños más grandes en la escuela.
Primero, los norcoreanos, que evidentemente habían estudiado muy bien a Trump, lo provocaron con pruebas nucleares y lanzamientos de misiles. Llegando más lejos que nunca, aprovecharon la ingenuidad de Trump y lo aguijonearon hasta que empezó a provocar y a hacer amenazas sobre " fuego y furia ". Esta conducta desconcertó a todo el mundo y provocó que Trump pasara por forastero en el mundo diplomático.
nullCuando ya tenían la atención de Trump, los norcoreanos jugaron su mano a la perfección, cortejaron a los surcoreanos y le demostraron al mundo en las Olimpiadas de Invierno que podían ser miembros amables de la comunidad internacional.
Así, Trump cayó suavemente en el exceso de confianza e hizo lo que para él debe haber sido una apertura brillante de las negociaciones de paz que finalmente le darían a Kim la legitimidad que anhelaba. Para cerrar el trato, envió a Pyongyang a su secretario de Estado, Mike Pompeo.
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Mientras Trump se acercaba toscamente a los norcoreanos, alienó a China con la amenaza de una guerra comercial. También invitó al superradical John Bolton a la Casa Blanca como asesor de Seguridad Nacional. Bolton se unió al nutrido grupo de personas que pretendían manipular a Trump para beneficio propio e inmediatamente habló de que a Kim podría pasarle lo mismo que al dictador libio Muamar Gadafi, quien cedió su programa de armas nucleares y terminó perseguido y asesinado durante la Primavera Árabe.
Pence retomó el tema que Bolton comenzó. Cuando lo reiteró, los norcoreanos decidieron que ya habían tenido suficiente. Dijeron que los comentarios de Pence fueron "ignorantes y estúpidos" y luego Trump respondió con su carta de cancelación.
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Parece una nota enviada a un socio potencial al final de una alianza rota. La carta concluye: "Si cambia de opinión respecto a esta cumbre tan importante, no dude en llamarme o escribirme. El mundo, y Corea del Norte en particular, ha perdido una gran oportunidad para lograr la paz duradera, la riqueza y la abundancia. Esta oportunidad perdida es un auténtico momento triste en la historia".
Esta carta, trumpiana en todos los sentidos, es la culminación de muchos meses de esfuerzos inexpertos y al parecer indica que Trump es un hombre que busca una salida fácil de un trabajo para el que nunca estuvo preparado.
Bolton y Pence lograron lo que querían al obligar a Trump a tomar una postura radical. Kim obtuvo lo que quería al demostrar que podía estar al mismo nivel del presidente de Estados Unidos y al lograr reconocimiento como un auténtico líder. Los surcoreanos, que trataron de organizar la cumbre, le demostraron a su pueblo que estaban trabajando por la paz, y China le demostró al mundo que puede persuadir a Kim de tomar una postura menos beligerante.
¿Quién perdió? Muy fácil. La gente amante de la paz en todo el mundo, porque perdió la oportunidad de avanzar, y Trump, porque perdió su oportunidad de ganar el Nobel.
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