OPINIÓN. Caso Kavanaugh: cuando los hombres lloran en público
Nota del editor: Michael D'Antonio y Peter Eisner son los autores del libro The Shadow President: The Truth About Mike Pence. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a los autores.
(CNN) - Entre lágrimas fluyendo repetidamente, Brett Kavanaugh se defendió furiosamente de las acusaciones de conducta sexual impropia en su comparecencia ante la Comisión Judicial del Senado estadounidense. Insistió en que las acusaciones no solo son una crisis para él, sino una "vergüenza nacional", y que la controversia ha "destruido" a su familia.
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Una generación atrás, en 1972, el despliegue de emociones del entonces candidato a la presidencia, Ed Muskie (quien al parecer lloraba mientras defendía el honor de su esposa, Jane), sirvió para poner fin a sus aspiraciones a la máxima magistratura (más adelante, los observadores reconocieron que lo que había en la mejilla de Muskie pudo haber sido nieve derretida, no lágrimas).
Los juicios sobre el desempeño emocional de Kavanaugh probablemente dependerán del punto de vista de cada espectador, pero demostró que los políticos de hoy tienen que dejar ver sus emociones. Sin embargo, si fuera mujer, lo más probable es que la hubieran tachado de exagerada, incluso de histérica, lo que ayuda a entender por qué la testigo que declaró ante él, Christine Blasey Ford, se mostró más controlada y mesurada.
Si los senadores republicanos dudan en favorecer la candidatura de Kavanaugh, el juicio más importante será el de Donald Trump. Gabriel Sherman, de la revista Vanity Fair, tuiteó : "El llanto ha irritado a algunos de los asesores de la Casa Blanca, de acuerdo con una fuente. 'La gente no sabe por qué llora'".
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Para Trump, quien al parecer prefiere que un hombre se arrodille por un infarto antes que reconocer sus sentimientos, este despliegue seguramente fue un acontecimiento exasperante. "Cuando veo llorar a un hombre, lo considero debilidad", dijo Trump alguna vez al escritor Timothy O'Brien. "No me gusta ver llorar a los hombres".
Pese a todo, en cuanto terminó la audiencia, Trump tuiteó su apoyo a Kavanaugh: "El juez Kavanaugh le demostró a Estados Unidos justamente por qué lo nominé. Su testimonio fue poderoso, honesto y apasionante. La estrategia de búsqueda y destrucción de los demócratas es vergonzosa y este proceso ha sido un timo absoluto, un intento por retrasar, obstruir y resistir. ¡El Senado debe votar!".
Judge Kavanaugh showed America exactly why I nominated him. His testimony was powerful, honest, and riveting. Democrats’ search and destroy strategy is disgraceful and this process has been a total sham and effort to delay, obstruct, and resist. The Senate must vote!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) September 27, 2018
Es fácil entender lo que Kavanaugh sentía porque es candidato a la Suprema Corte y sin duda pensaba que el Senado lo aprobaría pronto. De repente lo hicieron objeto de tres acusaciones diferentes de conducta sexual impropia y su misión era limpiar su nombre. Ford, la primera acusadora y la única a la que van a escuchar los republicanos que controlan la comisión, afirmó que Kavanaugh la atacó cuando eran adolescentes.
Una acusación de esta clase, además de las otras, perturbaría a cualquier acusado, pero como Kavanaugh dejó ver sus sentimientos, fue fácil imaginar que Trump empezó a impacientarse, si no es que a molestarse.
Trump es un hombre firmemente arraigado en los valores del hombre de la década de los 50; es tan probable que llore en una situación parecida como que reconozca que lo eligieron presidente con la ayuda de los rusos. Él mismo ha sido objeto de más de una docena de acusaciones de conducta sexual impropia y ni una sola vez reaccionó con una actitud diferente a la indiferencia. Ver llorar a Kavanaugh debe haber irritado al hombre que lo nominó a la corte.
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Donald Trump no es parte de la gente de Washington que llora. Es el hombre que apodó "Chuck el llorón" al senador Charles Schumer cuando rompió en llanto a principios de 2017. En 2015, Trump dijo que el conductor Glenn Becky era un "chiflado", "peor que Boehner", porque se puso emotivo en su programa.
Donald Trump no es parte de la gente de Washington que llora. Es el hombre que apodó "Chuck el llorón" al senador Charles Schumer cuando rompió en llanto a principios de 2017. En 2015, Trump dijo que el conductor Glenn Becky era un "chiflado", "peor que Boehner", porque se puso emotivo en su programa.
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En décadas recientes, ha habido cada vez más aceptación a los despliegues de emoción. Como argumentó recientemente un escritor de un sitio web dedicado a la promoción de las imágenes positivas del hombre moderno, "los hombres de verdad lloran".
Sin importar si el llanto se tomó bien en la Casa Blanca, Kavanaugh conserva el respaldo de Trump. Si Kavanaugh cuenta con el respaldo de la mayoría republicana en el Senado, llegará a la Suprema Corte.
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