OPINIÓN: Expectativas y riesgos para el primer año del gobierno de AMLO
Nota del editor: Marco A. Morales es Investigador Afiliado al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(Expansión) - Desde la toma de poder de Franklin D. Roosevelt, en medio de la Gran Depresión, los primeros 100 días de gobierno tienen un significado simbólico: definen las grandes líneas de acción de un nuevo gobierno. Coincide, además, que tradicionalmente un presidente entrante tiene un periodo – la llamada luna de miel con la opinión publica – con altísima aprobación.
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Los primeros 100 días de Andrés Manuel López Obrador en la presidencia se cumplirían en marzo, aunque podríamos argumentar que se cumplieron ya si empezamos el conteo en el momento en que la Administración Peña Nieto entregó de facto el poder al presidente electo unas semanas después de la elección en julio.
Sea como fuere, lo único que podemos asegurar es que este primer año de gobierno será muy distinto a los que hemos visto en tiempos recientes en el país. Con la historia – antigua y reciente – como guía, es inevitable señalar expectativas y riesgos para este primer año.
Las Expectativas
Primero: el Presidente López Obrador no es un político nuevo de quien sabemos poco. Es un político que gobernó la entidad federativa más poblada, más rica y más visible del país con su estilo muy personal durante casi seis años. A seis meses de haber ganado la elección, todo sugiere que es el mismo político que gobernó el entonces Distrito Federal hace poco más de una década… para bien, o para mal. Nos resta escribir la crónica de su populismo anunciado.
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Segundo: si AMLO logra mantener la polarización del país como existe en este momento – y la evidencia sugiere que eso pretende – es muy probable que AMLO mantenga los niveles de aprobación actuales por un periodo muy largo. Esa aprobación es suficiente para garantizar que tome acciones unilaterales – usando su poder desde el Ejecutivo y su mayoría en el Legislativo – que alteren permanentemente las instituciones, la economía y los equilibrios políticos en el país.
Los Riesgos
Primero: el desmantelamiento de contrapesos institucionales. Durante las últimas décadas se crearon instituciones de gobierno como entidades autónomas o desconcentradas – el Instituto Federal Electoral (hoy INE), del Instituto Federal de Acceso a la Información (hoy INAI), de la Comisión Federal de Competencia, la Comisión Federal de Telecomunicaciones (hoy IFETEL), al igual que el Banco de México – que contribuyeron a la construcción de un sistema político que dependiera cada vez menos de la voluntad del caudillo presidencial y del partido único que lo respaldaba.
El Presidente López Obrador y su partido continúan proponiendo absorberlas, debilitarlas o eliminarlas. Las instituciones independientes y las reglas claras son obstáculos para la consolidación del poder autoritario. Enfrentamos, pues, el riesgo de retroceso si AMLO logra desmantelarlas.
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Segundo: la curva de aprendizaje de la burocracia. La plantilla 'lopezobradorista' de altos funcionarios está compuesta, en muchísimos espacios, por grupos de individuos que nunca han tenido responsabilidades administrativas en el gobierno. Su capacidad de aprender no está en duda, como tampoco que su curva de aprendizaje implica errores que inevitablemente cometerán durante este primer año de gobierno. El riesgo es que estos errores de omisión o comisión cuesten caro a la economía y a los equilibrios políticos en el pais.
Tercero, la distorsión de la realidad. Hannah Arendt advertía hace 40 años sobre los peligros de la construcción de realidades alternativas en el espacio público: la falsedad deliberada (más recientemente conocida como alternative facts o fake news).
En el mundo donde las imágenes en el espacio público son creadas a través de la comunicación masiva, la verdad puede ser envuelta en una falsedad deliberada que tiene el propósito de engañar a todo el mundo. El riesgo, señalaba Arendt, es que el político termine creyendo sus propias falsedades, porque en ese momento termina su responsabilidad frente a sí mismo y frente a sus electores.
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El perene compló, la mafia en el poder que lo ataca o falsedades deliberadas similares pueden acabar justificando decisiones unilaterales, como el NAIM. El riesgo es que acciones de esta naturaleza han sido y continúan siendo ejemplos de esta práctica en el ejercicio de poder del presidente entrante.
Los riesgos no son menores, y corresponden a hechos de un manual de acción política que hemos visto instrumentado recientemente desde Estados Unidos hasta la Patagonia. Esperemos que los beneficios que genere esta nueva administración sobrepasen a los efectos negativos de estos riesgos, si se materializan plenamente.
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