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OPINIÓN: ¿Howard Schultz podría provocar la reelección de Donald Trump?

En la era moderna, las carreras presidenciales han dependido cada vez más de un puñado de votantes en un puñado de estados, opinan Kevin Kruse y Julian Zelizer.
mar 29 enero 2019 11:23 AM
Howard Schultz
Las probabilidades de que Howard Schultz gane la presidencia son increíblemente bajas; en el sistema bipartidista de EU tan sólido, los candidatos de un tercer partido no tienen una oportunidad real, consideran Kevin Kruse y Julian Zelizer.

Nota del editor: Kevin Kruse y Julian Zelizer son profesores de Historia en la Universidad de Princeton y autores del nuevo libro Fault Lines: A History of the United States Since 1974. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a los autores.

(CNN) — El exCEO de Starbucks, Howard Schultz, está pensando en postularse a la presidencia de Estados Unidos como candidato independiente. Aunque ha sido demócrata toda su vida, Schultz ahora insiste en que el partido se ha vuelto demasiado radical. En una entrevista para el programa 60 Minutes, dijo que está pensando en hacer campaña como "centrista independiente, fuera del sistema bipartidista".

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Aunque el anuncio provocó chistes inmediatos sobre una campaña que promete "un latte de vainilla en cada taza", esta candidatura en potencia podría tener consecuencias graves para el futuro del país. Al entrar a la carrera, Schultz podría surgir como el salvador que el atribulado presidente Donald Trump y el Partido Republicano han estado esperando con ansia. Gracias a su fortuna personal, tendrá los recursos para montar una campaña en serio y hacer llegar su mensaje a través de los medios de comunicación y de tu celular.

También podría ser un problema grave para el candidato demócrata, que querrá asegurar todos los votos posibles en los estados en los que ninguno de los dos partidos predomina.

Las probabilidades de que Schultz gane la presidencia son increíblemente bajas. En nuestro sistema bipartidista tan sólido, los candidatos de un tercer partido no tienen una oportunidad real, especialmente ahora que nuestra política está más polarizada que nunca.

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Como argumentamos en nuestro nuevo libro, Fault Lines, los dos partidos políticos principales tienen una ventaja intrínseca porque tienen recursos institucionales y cuentan con el apego de los votantes.

Aunque ambos partidos tuvieron victorias arrasadoras con cierta frecuencia (Lyndon Johnson en 1964, Richard Nixon en 1972, Ronald Reagan en 1984), los partidos han estado más parejos en décadas recientes y las elecciones han estado mucho más reñidas.

En la era moderna, las carreras presidenciales han dependido cada vez más de un puñado de votantes en un puñado de estados. En consecuencia, las campañas presidenciales se han centrado en la capacidad de los partidos de fomentar la participación. Como lo vimos en 2016, los cambios en la porción más pequeña del electorado pueden determinar el resultado.

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Para muchos demócratas, la posible campaña de Schultz evoca la candidatura de Ralph Nader, defensor del consumidor y reformista político, por el Partido Verde en las elecciones de 2000. Con una fervorosa superioridad moral, Nader se quejó de que los demócratas eran iguales a los republicanos. Afirmó que ambos partidos se habían vendido a las empresas y que estaban bajo el control de los cabilderos. De acuerdo con Nader, a ninguno le interesaba el estadounidense promedio.

La candidatura de Nader sirvió para que los demócratas perdieran las elecciones. El vicepresidente Al Gore derrotó al entonces gobernador de Texas, George Bush, por unos 540,000 votos, pero el resultado del Colegio Electoral fue demasiado cerrado como para definir la elección. Como Gore afirmaba que había ganado 267 votos del Colegio Electoral y Bush tenía 246, el estado de Florida, que estaba en disputa, fue el campo de batalla final.

Tras una acalorada batalla por el recuento, que culminó en la Suprema Corte, Bush terminó ganando en Florida por unos 537 votos. Por otro lado, Nader ganó más de 97,000 votos en el estado. Es imposible saber si quienes votaron por Nader habrían salido a las urnas si no se hubiera postulado o por quién habrían votado, pero al parecer es muy probable que hubieran sido suficientes votos como para que Gore tomara la ventaja y los demócratas ganaran, tanto en Florida como en todo el país.

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Schultz bien podría hacer el mismo papel de cachavotos en 2020. Ciertamente es probable que algunos republicanos se desmarquen del Partido Republicano y voten por Schultz en protesta contra su propio partido. Nate Silver , por ejemplo, ha afirmado que Schultz podría terminar quitándoles votos a ambos partidos, como pasó con Ross Perot. Hay quienes piensan que podría replicar la campaña de John Anderson en 1980: el legislador republicano se postuló a la presidencia como independiente y les quitó votos a ambos partidos.

Pero dado que la lealtad partidista de los republicanos demostró ser muy pronunciada en las décadas siguientes, sería difícil que un antiguo demócrata con posturas liberales en cuestiones como el cambio climático y los matrimonios de personas del mismo sexo atraiga a los electores republicanos. Por otro lado, a los demócratas moderados podrían no molestarles estas posturas sociales y tal vez se sientan atraídos por su mensaje de responsabilidad fiscal y la reducción al déficit. Esta es una campaña de un tercer partido que, como pasó con Nader, le quitará más votos a un partido que al otro.

Si el objetivo de Schultz es liberarse de la polarización de la presidencia de Trump, debería entender que su candidatura independiente podría terminar prolongándola. Si Trump ganara la reelección en una contienda electoral poblada, él y su partido ciertamente lo tomarían como signo de reafirmación y redoblarían los esfuerzos para implementar su proyecto radical, con lo que avanzarían varias propuestas de derecha a las que Schultz dice oponerse.

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Si el objetivo de Schultz es mejorar la calidad de nuestra democracia para que los partidos hagan lo que sea "necesario para el bienestar del pueblo estadounidense", entonces debería de enfrentarse a los procesos subyacentes en vez de ayudarle a Trump a asegurar la reelección.

En vez de desperdiciar su dinero en una campaña por vanidad (en el mejor de los casos) o en una contribución en especie a los republicanos (en el peor), Schultz debería pensar en formas más sabias de usar su vasta fortuna: promover el acceso a las urnas para los electores insatisfechos; contribuir a las campañas de otros candidatos a nivel local, estatal y federal, y trabajar en favor de la reforma de reajuste distrital para que los distritos legislativos no sean tan sólidamente demócratas o republicanos.

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Al abordar esos temas, Howard Schultz no necesariamente verá su nombre en la boleta de 2020. Sin embargo, su presencia en esas elecciones se dejaría sentir más.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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