OPINIÓN: La paradoja de la globalización
Nota del editor: Jorge Sánchez Tello es director del Programa de Investigación Aplicada de la Fundación de Estudios Financieros-FUNDEF A.C. Centro de Investigación independiente con sede en el ITAM. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.
(Expansión) - Rodrik, profesor de economía en Harvard, es uno de los economistas más prestigiosos del mundo. Se ha dedicado a preguntarse durante años si hemos ido demasiado lejos con la globalización. En su libro “La paradoja de la globalización” pone en duda el relato y la deseabilidad de la globalización como fenómeno irreversible. Este economista no se lo puede considerar un activista antiglobalización, cataloga las dos grandes transformaciones del capitalismo en las últimas décadas y explica de forma convincente los peligros de una globalización no armonizada con los Estados.
En primer lugar, menciona al Capitalismo 1.0, el mundo pre-Bretton Woods, comprendido entre el ascenso y las consecuencias de la I Globalización, donde el Estado jugaba un papel discreto en la economía. Y en segundo lugar, el Capitalismo 2.0, que se establece en Bretton Woods y que acaba mutando en las políticas dirimidas en el Consenso de Washington donde, con matices, el Estado juega un papel más protagónico en los asuntos económicos.
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El devenir de los acontecimientos de las últimas décadas ha puesto fin a una era y, según Rodrik, nos encontramos en el momento de definir el “Capitalismo 3.0”. El autor se plantea qué hacer bajo una construcción teórica, fuertemente inspirada en la Trinidad Imposible, que define como “El Trilema de la Globalización”. Éste, consiste en que el mundo actual es incompatible con la convivencia de tres fenómenos: la Hiperglobalización, el Estado-nación y la Democracia. De este modo, el “Capitalismo 3.0” tendrá que escoger entre dos de estos tres factores.
El Capitalismo 3.0 debería estar caracterizado por fuertes Estados-nación bajo el control de democracias consolidadas, es decir, una globalización “atemperada”. De este modo, el prestigioso economista rechaza frontalmente, por no deseable ni realista, la idea de la liquidación del Estado-nación y la llegada de la “Gobernanza Global” para la próxima era.
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Sin embargo, pienso que se debe tener cuidado porque las crisis partidarias suelen concitar variadas refrencias acerca del papel de los considerados como antisistema. Es indudable que el nuevo fenómeno de la antipolítica está a la ofensiva con inusitado vigor tanto en las democracias establecidas de Europa y Norteamérica como en la democracias de América Latina.
Al margen de esta problemática de las múltiples causas de la antipolítica, el hecho incontestable es que no es un fenómeno localizado, sino global; algo así como un indicio de que algo anda mal con los partidos políticos. Dondequiera que dirijamos nuestra mirada, constatamos la expansión de la antipolítica.
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El descenso de la confianza en las instituciones democráticas, paralelamente a una caída de la visión positiva de las privatizaciones y de la confianza en el mercado, puede dar pie al nacimiento del regreso del populismo. El triunfo de Hugo Chávez, Fujimori o Menem fue fruto de este clima y del desfondamiento de los partidos tradicionales. Pero la aparición de liderazgos populistas no exige necesariamente un colapso previo del sistema de partidos.
La condición fundamental es la existencia de una crisis de representación en el sentido que una parte importante de la sociedad sienta que ninguno de los partidos existentes representa sus intereses.
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Por lo tanto, donde el mainstream a izquierda y derecha observa la globalización como un proyecto irreversible, Rodrik ve, simplemente, diferentes estrategias económicas. Para él, la estrategia de “mayor integración, mayor crecimiento” ha mostrado un pobre desempeño económico por lo que hace a la evolución de la desigualdad y el crecimiento económico.
Podemos concluir que el capitalismo 3.0 será donde aquellos países que mejor se han globalizado son aquellos que, vía otro equilibrio Estado- mercado, han mejorado su capacidad productiva antes de dejar entrar la competencia internacional.
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