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Angola, del antagonismo a la paz cosmopolita

Angola diseñó su reactivación económica, muestra vocación internacionalista, y apoya proyectos ambiciosos como la Zona de Libre Comercio Continental, destaca Alfredo Kramarz.
dom 28 julio 2019 07:00 AM
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Bajo el liderazgo de João Lourenço, se han tomado decisiones en Angola que una década atrás hubieran sido inimaginables.

(Expansión) - Angola recorre el largo camino que transcurre desde el antagonismo intraestatal a la transformación en un actor internacional que garantice la seguridad regional en los Grandes Lagos. Un tránsito que desborda el marco teórico neocolonial que sólo resaltaba su condición de ser la única reserva petrolífera capaz de rivalizar con Nigeria en el continente africano. Hoy, la madre negra del nuevo mundo es algo más que combustible crudo civilizatorio; ahora, como diría Agostinho Neto, se trata de “crear paz con los ojos secos”.

El poema citado de A. Neto está emparentado con un viejo proverbio que dice: “hay cosas que sólo se ven después de haber llorado”. Verso y expresión popular que parten de una intuición básica que podría resumirse en la convicción de que la experiencia del sufrimiento concede una débil capacidad epistémica. De la respuesta moral al daño pueden nacer los cimientos reflexivos que se necesitan para la construcción de una paz cosmopolita.

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Quizá sea ese el motivo por el que Angola se ha convertido en el país anfitrión de cumbres en las que se abordan conflictos olvidados por Occidente (por ejemplo, hace unas semanas convocó a distintos Jefes de Estado para relanzar la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos y lograr la estabilidad en la República Democrática del Congo). Una vocación internacionalista que tiene como precedentes sus intervenciones en países vecinos como Zimbabue, Mozambique, Guinea Bissau, República del Congo o Lesoto. También participa con lealtad en organismos multilaterales como SADC (Comunidad de Desarrollo de África Austral) o la CPLP (Comunidad de Países de Lengua Portuguesa).

A nivel geoeconómico, Angola apoya proyectos ambiciosos como la Zona de Libre Comercio Continental (AfCFTA), mantiene su condición de socio estratégico para China y es un aliado preferente de Brasil (razón que explica las derivadas africanas en la trama Odebrecht ). Además, supo reconducir con acierto la relación con Estados Unidos sin perder el pathos épico que le une a Cuba y ha tenido la capacidad de abrir canales alternativos a Lisboa para comunicarse -sin intermediarios- con Europa (pienso en la redefinición de sus relaciones diplomáticas con España o Alemania).

Opinión: La conexión Angola-México de Odebrecht

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Bajo el liderazgo de João Lourenço (en las elecciones legislativas de 2017 obtuvo el 60.10% de los votos) se han tomado decisiones inimaginables un lustro atrás: El diseño de un plan de reactivación de la economía nacional que conlleva la privatización de empresas públicas, aliviar la soga en la garganta de la prensa libre, un mayor control de las zonas diamantíferas o que la primera visita de estado fuese a Sudáfrica. Un conjunto de medidas acompañadas con un discurso sólido contra la corrupción ratificado por el grado de afectación al entorno familiar del anterior presidente. La caída en el deshonor -categoría propia de la vida pública- era impensable que pudiese siquiera inquietar al expresidente José Eduardo dos Santos (durante más de tres décadas fue el rostro del Movimiento Popular de Liberación de Angola-MPLA) y tampoco a sus descendientes.

El 7º Congreso del MPLA, celebrado en junio, y al que no asistió José Eduardo dos Santos (a pesar de ser el presidente emérito del partido), selló la ruptura entre ambos mandatarios. João Lourenço denunció el uso fraudulento de fondos públicos, criticó las perversas redes clientelares que tejió el nepotismo y abogó por acabar con la impunidad. Sin menospreciar las evidentes distancias culturales/contextuales, su discurso guardaba aires de familia con la intervención de Nikita Jruschov en el XX Congreso del PCUS que impugnó el estalinismo y desacreditó el llamado “culto a la personalidad” (un paralelismo no tan extravagante si pensamos que João Lourenço recibió parte de su formación político-militar en la Academia Superior “V. I. Lenin” de Moscú).

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Panorama inaudito que invita a preguntarse si Angola no estará iniciando su auténtica transición. Una tesis que podría ser corroborada si atendemos a dos decisiones gubernamentales -tomadas en 2019- que encierran una evidente carga simbólica: 1. El entierro digno de una figura tan controversial como Jonas Savimbi (líder histórico de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola-UNITA); 2. La concesión de un mayor reconocimiento institucional a dirigentes de otras épocas que habían sido desplazados del imaginario colectivo (me refiero a Ilídio Machado y Mário Pinto de Andrade).

Lucha contra la corrupción, reconciliación nacional y paz cosmopolita son los elementos conceptuales que redibujan los contornos del debate político en Angola. Circunstancias discursivas que invitan a los pesimistas a insistir en las limitaciones que imponen las reglas del poder y a evocar la sempiterna lección del gatopardismo: que todo cambie para que todo siga igual. Quizá hagan falta otras metáforas que den aliento al parto de un tiempo nuevo.

Nota del editor: Alfredo Kramarz es Doctor en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid. Es experto en Política y Relaciones Internacionales linkedin.com/in/alfredokramarz

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