(Expansión) - Angola recorre el largo camino que transcurre desde el antagonismo intraestatal a la transformación en un actor internacional que garantice la seguridad regional en los Grandes Lagos. Un tránsito que desborda el marco teórico neocolonial que sólo resaltaba su condición de ser la única reserva petrolífera capaz de rivalizar con Nigeria en el continente africano. Hoy, la madre negra del nuevo mundo es algo más que combustible crudo civilizatorio; ahora, como diría Agostinho Neto, se trata de “crear paz con los ojos secos”.
El poema citado de A. Neto está emparentado con un viejo proverbio que dice: “hay cosas que sólo se ven después de haber llorado”. Verso y expresión popular que parten de una intuición básica que podría resumirse en la convicción de que la experiencia del sufrimiento concede una débil capacidad epistémica. De la respuesta moral al daño pueden nacer los cimientos reflexivos que se necesitan para la construcción de una paz cosmopolita.