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Libertad y apego a normas éticas, visión desde la Responsabilidad Social

La Responsabilidad Social Empresarial puede ser una ventaja competitiva siempre que las empresas sean conscientes de las demandas y expectativas sociales adquiridas, dice Juan Alberto González Piñón.
mar 10 septiembre 2019 10:02 AM
El cambio a las reglas refleja el plan de reforma anunciado en la reunión pasada del Partido Comunista. (Foto: Getty Images)

(Expansión) - Según datos publicados el 3 de septiembre por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), en lo que va del año, 3 de cada 10 empresarios se han enfrentado a la corrupción, sobre lo que el líder del CCE dijo: “Parte de la corrupción es producto de que alguien te obliga a comportamientos inadecuados”.

Estas declaraciones hacen aún más vigente el hablar de cómo las empresas deben de centrase más allá de su operación para ocuparse de evaluar los impactos positivos y negativos que causan sus acciones e incluso declaraciones, procurando actuar de acuerdo a lo justo y no a cualquier precio, preservando el principio de no retribuir injusticia con injusticia.

Es conveniente entender que, en el marco de la libertad y la justicia, las normas solo adquieren sentido en la medida en que sirvan para un propósito superior no material, es decir, bienes para la realización ética del hombre.

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En últimos años la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o Empresarial (RSE) ha empezado a tomar fuerza y a ser más visible tanto para las empresas como para los consumidores.

La responsabilidad social es un concepto aún en construcción, compuesto de teorías éticas, sociológicas y económicas. Se encuentran diferentes enfoques; el económico donde su fin único es generar utilidades y garantizar el cumplimiento de las necesidades y expectativas de sus stakeholders, el social, en donde las responsabilidades se definen por las demandas y expectativas de la sociedad.

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La RSE puede entenderse como una categoría moral en donde las organizaciones se hacen responsables cuando se les atribuye o da cuenta de una acción u omisión, así como de sus consecuencias e impactos. Su fin es garantizar la actuación justa de las empresas, por ello este compromiso y actitud no puede sino ser de carácter voluntario, pues se asume que toda organización humana está comprometida con la búsqueda consiente hacia la verdad, no solo respondiendo a la motivación natural de maximizar los benéficos económicos; pues también se debe comprometer con convicción a atender las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y en sus relaciones con sus interlocutores, priorizando en ello criterios de asignación de justicia (dar a cada uno lo que le corresponde).

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La RSE puede ser una ventaja competitiva siempre y cuando las empresas sean conscientes de las demandas y expectativas sociales adquiridas y es necesario incluir la dimensión social y no solamente como lo propuso Friedman en The social responsibility of business is to increase its profits.

Uno de los modelos más completos, reconocidos y adoptados es el de Carrol, donde define cuatro tipos de categorías que determinan lo que la sociedad espera de las empresas:

• Responsabilidad económica: Beneficio económico.

• Responsabilidad legal: Cumplimiento de leyes.

• Responsabilidad moral: Expectativas y obligaciones, cumplimientos “esperados”.

• Responsabilidad voluntaria o filantrópica: Compromiso con la sociedad.

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La RSE, contrario a lo que se pueda pensar, es uno de los resultados positivos del capitalismo, pues es un mecanismo de autorregulación que vincula el entorno social, ambiental, producción, comercialización de los productos y servicios con los diferentes stakeholders (trabajadores, clientes, proveedores, accionistas, sociedad, entre otros).

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Los mercados de valores a nivel global han creado índices de responsabilidad social, con el fin de que los inversionistas sean capaces de identificar las inversiones socialmente responsables, las cuales se encuentran respaldadas por empresas que han invertido en este rubro.

En la visión de la RSE, al analizar la relación entre lo justo y lo bueno, se desprende que la justicia parecería relativamente algo sencillo de garantizar, sin embargo, permanece el problema de cómo arribar a la justa distribución y superar las dificultades del reparto en términos de igualdad proporcional, en donde la idea de justicia se ha ido decantando cada vez más hacia la idea de la legalidad.

La RSE es un proceso voluntario, que estará en discusión y polémica si debe o no ser obligatoria, pero a pesar de esto existen normas, certificaciones y sistemas de gestión para llevar a cabo las tareas de la responsabilidad social, los cuales tienen que ver con asegurar las condiciones laborales, medioambientales, corrupción, y en general la operación de la empresa a través de los productos y servicios que ofrecen.

El problema de fundamentación de la RSE desde una óptica de actuación con libertad, es un ejercicio que no puede desligarse del acto moral, pues la libertad solo es plena cuando se sustenta en un actuar ético, es decir, en encontrar como fin último al hombre, en donde la voluntad y el autocontrol definen la virtud de las organizaciones humanas.

Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es director de Spark UP y académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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