(Expansión) - Se cumplen dos años del último gran evento sísmico que afectó a la Ciudad de México. Un fenómeno natural que desnudó todas las debilidades de esta metrópoli, y a su vez reafirmó la unidad y la solidaridad del pueblo mexicano.
La respuesta a la interrogante sobre si estamos preparados ante un nuevo temblor es que no estamos preparados, desconocemos la magnitud del problema aun a pesar de las vivencias, y eso nos impide reaccionar.
Las razones de mi respuesta las divido en técnicas y político-sociales.
Desde el punto de vista técnico, el sismo del 19 de septiembre de 2017 exhibió la realidad de las construcciones que habitamos en la CDMX. Construcciones en promedio con 40 a 50 años de antigüedad, diseñadas y/o construidas durante la vigencia de reglamentos que en su momento ignoraban la magnitud del peligro sísmico al que está expuesta la capital construida sobre una zona lacustre.