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Torreón, el caso “aislado” de violencia

No fue el videojuego per se, fue la ausencia de atención y educación en la primera infancia, etapa crucial en la que recibimos una influencia significativa de nuestro entorno, dice Jimena Cándano.
vie 10 enero 2020 05:04 PM
(Obligatorio)
Todos somos corresponsables de la realidad que viven nuestras niñas y niños, a quienes deberíamos proteger familia, sistema educativo, sociedad, medios de comunicación y por supuesto los tres niveles de gobierno, opina Jimena Cándano.

(Expansión) - Hoy todos estamos o por lo menos debiéramos estar conmocionados por lo sucedido en Torreón, que un niño de 11 años tuviera acceso a armas, entrara a su escuela, lugar donde debiera sentirse seguro y protegido, y haya disparado hiriendo a sus compañeros, quitándole la vida a su maestra, para después terminar con su vida, es algo que como país nos tiene que sacudir.

¿Qué puede llevar a un infante de sexto de primaria a atentar contra la vida de los demás y la de sí mismo? En conferencia de prensa las autoridades han referido lo siguiente: El niño portaba una playera que alude a un videojuego llamado Natural Selection, por lo que se piensa que pudo estar bajo la influencia de un material audiovisual violento que lo orientó a la portación y uso de armas como se afirmó en el caso de Columbine en Estados Unidos en 1999.

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Se informó además que el niño no había mostrado comportamientos extraños, que tenía buenas calificaciones y que vivía con su abuela. Se desconoce por el momento si vivía en un ambiente familiar violento o si tenía alguna otra preocupación relacionada con los círculos sociales en los que se desenvolvía, tampoco se sabe cómo obtuvo las armas.

Esto es lo que nos dice la autoridad, como si esto fuera suficiente justificación, además repartiera las culpas y quitara responsabilidad. Aquí todos somos corresponsables de la realidad que viven nuestras niñas y niños, a quienes deberíamos proteger por sobre todas las cosas, familia, sistema educativo, sociedad, medios de comunicación y por supuesto los tres niveles de gobierno.

No, no fue el videojuego per se, fue la ausencia de atención y educación en la primera infancia, etapa crucial en la que recibimos una influencia significativa de nuestro entorno

Ahora, esto me lleva a otro de los puntos que se han diluido en las declaraciones, no saben a ciencia cierta si el niño se encontraba ante violencia intrafamiliar, pero claro que sí vivía en un entorno hostil y no me refiero propiamente a su casa, hago alusión a Torreón, Coahuila, que es un sitio alcanzado y rebasado por la normalización de la violencia, lugar en el que las desapariciones y asesinatos se han vuelto cotidianos ¿de verdad no sabemos si estaba en un contexto agresivo?

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Por último, se nos dijo que el niño tenía buenas calificaciones y que se desconocía de donde había obtenido las armas, ¿acaso la excelencia académica es de verdad una variable que nos lleva a no atender a nuestros niños? No debería ser así, un infante así pareciera no necesitar ayuda, pero requiere del acompañamiento por una razón muy simple: son personas que están en la conformación de su identidad, vulnerables de manera positiva y negativa a lo que pasa a su alrededor. Desgraciadamente conseguir un arma no es tan difícil como parece; sin embargo, es una de las tantas variables de la violencia que hacemos invisible porque atenderla requiere de mucha intervención y no solo no sabemos cómo hacerlo, no queremos.

Es lamentable la pérdida que hemos vivido hoy como sociedad

Seguramente a muchos les cuesta imaginar que algo así ocurrió, les aterroriza pensar que un infante sea capaz de hacer esto, pero es que están ignorando el hecho de que la muerte de estas personas es el resultado de una cadena de violencia y abandono a las personas más jóvenes que hemos decidido invalidar, que por ende, no hemos atendido.

Nota del editor: Jimena Cándano estudió la licenciatura de Derecho en la Universidad Iberoamericana. Obtuvo el grado de Maestría en Administración Pública, con enfoque en Desarrollo Comunitario y Transformación Social en la Universidad de Nueva York. Actualmente es la Directora Ejecutiva de la Fundación Reintegra que trabaja a favor de la justicia social, equidad de oportunidad y derechos para los jóvenes en conflicto con la ley. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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