Supongamos que Ricardo tiene ahorrado un millón de pesos y gana 40,000 pesos mensuales, eso significa que hoy puede destinar 12,000 pesos al pago de un crédito hipotecario de un millón de pesos (recordemos que no es recomendable designar más del 30% de tus ingresos brutos mensuales a ese rubro).
Ricardo quiere comprar una casa que vale 3 millones de pesos, la cual no puede comprar solo por su capacidad de crédito con base a sus ingresos. De ahí que le pide a su amigo Daniel, quien también gana 40,000 pesos al mes, que “le preste” su capacidad crediticia para poder contratar un crédito de 2 millones de pesos.
Daniel accede y actúa como coacreditado en el crédito de Ricardo, pero Daniel no va a pagar las mensualidades del crédito, así que ahora Ricardo deberá pagar 24,000 pesos de hipoteca, mientras que Daniel ha comprometido su capacidad de crédito. Si en el futuro él quiere contratar un crédito para comprar su propia casa, le será más difícil obtenerlo.
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Dicho de otro modo, Ricardo deberá destinar más del 50% de sus ingresos al pago de su casa comprometiendo sus finanzas y su estilo de vida; en tanto que Daniel tal vez haya topado su capacidad crediticia y no podrá contratar un crédito cuando quiera comprar su propia casa o departamento.
Además, si Ricardo no pudiera pagar el crédito por algún motivo, Daniel deberá hacerlo como obligado en el crédito. Ese es el efecto que puede ser sumamente negativo, ya que personas como Daniel se van a desperfilar, o sea van a salir del mercado como acreditados futuros.
Sumar tu crédito con el de un amigo no me parece apropiado porque reduce la capacidad de crédito y, más aún, la capacidad de formación de patrimonio a quien actúa como coacreditado y no forma parte del núcleo familiar directo.