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La economía del espejismo

Indicadores señalan la forma en la que está construido el sistema económico y social: una pirámide con pocos arriba y una base enorme de personas que viven y trabajan al día, apunta Francisco Hoyos.
vie 31 julio 2020 12:01 AM

(Expansión) – De acuerdo con las últimas cifras sobre empleo, entre otros indicadores, que ha publicado el INEGI, el coronavirus ha dejado una preocupante radiografía sobre la economía mexicana, que deja sus diversos supuestos sin mucho fondo para continuar utilizándolos como referencias.

Primero, los números confirman que nos hicimos una economía de dos velocidades, pero que tienen combustibles de arranque que la pandemia secó de golpe. Por un lado, la maquila de alta calidad, a costos y salarios bajos, que se detuvo por el cierre de la frontera con los Estados Unidos, y la de los servicios que depende de la interacción de la gente en centros comerciales, restaurantes, hoteles, entre otros giros.

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Sin embargo, en medio nada o muy poco. No producimos con valor agregado, no emprendemos fuera de pequeños y medianos negocios que dependen de clientela y pensar en marcas propias o competencia hacia Estados Unidos y Canadá, ni hablar.

Sorprende el ejemplo que resume estas condiciones de la economía nacional: durante la pandemia ha florecido un ejército de repartidores y trabajadores eventuales de las grandes compañías tecnológicas, ya sea para entregar comida, libros, alimentos sin procesar o para trasladar personas. Por supuesto, estas mismas empresas tendrán un desempeño menos malo de lo que se espera y, en algunos casos, veremos ganancias muy por encima de los pronósticos.

La única explicación para este crecimiento en medio de la crisis sanitaria más compleja que hemos vivido en décadas es la precariedad de la fuerza laboral real en México. Con pocos puestos estables, una planta productiva débil para el tamaño de lo que podría ser el mercado interno (127 a 130 millones de habitantes en la República), nuestro país es una economía artificial que podría dar más, pero no puede.

Algunos rasgos de recuperación en junio permiten analizar que la pandemia afectará de manera dispareja y mientras ciertos sectores podrán rebotar, otros verán su suerte hasta diciembre y probablemente tendrán una oportunidad de regresar hasta el 2021. Es un lapso demasiado prolongado, por lo que en el camino quedarán muchos negocios, en particular medianos y pequeños, a menos de que los apoyos gubernamentales los mantengan a flote.

En este sentido, falta conocer el impacto de créditos y programas que, sin duda, llegaron en el momento de mayor urgencia; no obstante, dependerá de su consistencia para hablar de un éxito general que podría combinarse con la apertura gradual en las grandes ciudades, los proyectos de infraestructura en el sureste y el arrastre industrial de norte bajo el paraguas del T-MEC.

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¿Cómo pueden las empresas reactivar la economía mexicana? | #CómoReactivarMéxico

Aún así, casi todos los indicadores señalan la forma en la que está construido el sistema económico y social mexicano: una pirámide con pocos arriba y una base enorme de personas que viven y trabajan al día en sectores que no proporcionan ninguna prestación o red de ayuda en caso de enfermedad, accidentes o eventos inesperados.

El acuerdo anunciado la semana pasada para desactivar la bomba de tiempo que era el sistema de pensiones es un paso fundamental para incorporar a nuevas y nuevos contribuyentes, pero deja claro que el universo de personas que producen en el país va más allá de los edificios corporativos.

OPINIÓN: A desactivar la bomba de las pensiones

Se trata de un problema de organización, porque la fuerza laboral existe y se emplea prácticamente en lo que sea que pueda darle cierta estabilidad, por eso es que las grandes compañías de tecnología dedicadas al transporte o al reparto han logrado que sigan las filas para ingresar a sus plataformas. Es sencillo, en apariencia solo pagas una comisión y tienes el control del tiempo y la intensidad con la que ganas el dinero, la mala noticia es que todos, tanto los clientes que han sostenido ese tipo de consumo, como quienes lo llevan a la puerta de edificios y casas, saben que es un espejismo.

Una economía con poca competencia, no solo en México, menos derechos, innovación reducida e incentivos para emprender reducidos, se transforma con el tiempo en una economía de servicios y de consumo efímero que depende del volumen y no de la fortaleza del mercado.

OPINIÓN: ¡Ahí vienen más impuestos!

Los pocos Estados de Bienestar reales en el mundo no se construyeron de la noche a la mañana y sí llevan décadas en que han sido desmantelados en aras de la concentración del ingreso y la competencia. Romper con este esquema es más que una posición política o una misión social, es un buen negocio, tal vez el único que nos queda para poder enfrentar el siguiente virus.

Nota del editor: Francisco Hoyos Aguilera es Especialista en comunicación. Graduado del Tec de Monterrey con una maestría en la Universidad Iberoamericana. Fue reportero en el diario Excélsior y en la corresponsalía de The New York Times en México. Lleva dos décadas en la comunicación pública y privada. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor. Síguelo en Twitter y/o LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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