El último adiós a Quino, el "padre" de Mafalda
Un adelantado a su época básicamente porque, a través de un uso delicado y distinguido, pero además incisivo e inteligente, genera sátiras que francamente pueden recoger los temas más profundos como la pobreza, la injusticia, la desigualdad, la demagogia política, exponiéndolos como problemas que parecieran ligeros y obvios, pero que en realidad son áridos y complejos.
Resulta relevante que muchos de los temas que aborda a través de dicha crítica inteligente, ácida y picante, los dibujó e ideó en los 60 y 70´s principalmente. Y hoy, en pleno siglo XXI, están más vigentes que nunca.
De la misma forma como critica los vicios de los adultos vistas desde la óptica de un niño, aborda la crítica a un sistema político que se cega ante las demandas de sus gobernados, todo magistralmente hilado en una misma tira. En suma, delata al mundo desde la óptica y el lenguaje de personajes que tienen corta edad, pero a la vez deja entrever su íntima visión a través de los diálogos, los conceptos y las expresiones.
Mafalda se preocupa por la política mundial y Manolito está obsesionado con el dinero. A pesar de ello, estos personajes pueden ser vistos como niños reales con padres reales y no como "adultos en cuerpos de niño". Quino el curioso, el perspicaz, el incorrecto en términos políticos.
No renuncia a escenas surrealistas o alegóricas (como policías arrojando valium en las bocas abiertas de manifestantes) y a las reacciones caricaturescas. Y cómo olvidar a la lenta mascota de Mafalda, una tortuga cuyo nombre era burocracia. De ese tipo de analogías están repletas las obras del autor argentino.
Sobre Quino y su vida resaltaría que a decir de muchos que lo conocieron y que tuvieron oportunidad de convivir con él, lo reseñan como un hombre silencioso, introvertido, incluso un tanto tímido.
¿Saben? En 1945 tras la muerte de su madre empezó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Mendoza. Su padre murió poco después, cuando Quino tenía 17 años. Abandonó la escuela con la intención de convertirse en autor de historietas cómicas y pronto vendió su primera obra. Intentó encontrar trabajo en distintas editoriales porteñas, pero no tuvo éxito.
Quino desde ya tiene un lugar en la historia como un personaje que encontró la fórmula perfecta para generar una reflexión profunda de los vicios sociales, reflejados a través de una aguda comprensión del mundo.
Descansa en Paz, Quino.
Nota del editor: Josette Trespalacios es Directora de Taller de Ideas RP, consultora de comunicación. Es Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana. Síguela en Twitter , Facebook y/o LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
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