Tenemos sed de futuro inagotable y necesidad de creer en lo que nos cuentan, por disparatado que sea.
Hoy, a diferencia de la intuición de los adivinos mencionados, hay herramientas infinitamente más precisas. El análisis de escenarios, que combina herramientas cualitativas y cuantitativas, no establecen certezas sino probabilidades de riesgos. Cualquier gobierno podría construir con esta información infraestructura que sostenga nuevas necesidades, desarrollar capacidades para afrontar crisis, prepararnos mentalmente para lo que pueda pasar. Ponerse las pilas, como quien dice.
El misterio mayor es por qué en ocasiones pese a saber qué va a pasar, no hacemos nada. Gobiernos y empresas prefieren omitir la información negativa.
“Hay una falta de cultura del riesgo, lo que ha impedido que se dé una respuesta adecuada a la pandemia global”, dice el mexicano Emilio Granados Franco, cabeza de riesgos globales y agenda geopolítica del Foro Económico Mundial, basado en Ginebra, Suiza.
Una crisis de la que no necesariamente debemos esperar un regreso a la normalidad. “El mundo nunca está en una situación “normal”, los riesgos globales siempre están cambiando”, dice Granados, un hidrocálido de 35 años que ocupó posiciones en los gobiernos federales entre 2011 y 2019.
Un ejemplo de ceguera es que el Foro Económico Mundial advirtió desde más de una década del riesgo de una pandemia mundial. Cuando ya nadie había escuchado, hace un año, y el virus SARS-CoV2 se extendía por China, expuso la falta de preparación de los sistemas de salud nacionales para hacerle frente. Y aquí estamos, en un colapso de incompetencia, incertidumbre y dolor.
Brecha social, geopolítica y de credibilidad de las empresas
El mayor riesgo que detecta el Reporte de riesgos del Fondo Económico Mundial para la recuperación es la fractura social. “La brecha digital puede crecer, a partir del riesgo de la pobreza digital”. Las víctimas serán las previsibles: “la gente que no pueda trabajar en línea, los estudiantes que no puedan seguir sus clases en línea remota, los trabajadores que no tengan las herramientas”, explica Granados.
Esta brecha social creciente, que deben sentir los padres mexicanos cuyos hijos prestan la atención que todos pondríamos en un maestro en una pantalla de televisión –escasa–, viene acompañado una potencial crisis generacional.
Los jóvenes entre 15 y 25 años viven un segundo colapso económico en 12 años.
“Están entrando en mercado laboral congelado, con perspectivas educativas más complicadas, muchos no pueden continuar su educación”, apunta Granados.
El tercer gran reto de brecha viene de la alta volatilidad, con su reflejo en los mercados, en la potencialidad de bancarrotas, con un riesgo muy latente en pymes. Empresas de primera y de quinta velocidad. El uso y abuso de la desinformación –ahí está la crisis de Twitter y el cuestionamiento permanente a qué es censura y qué es libertad de expresión–, la altísima volatilidad del caso de Gamestop y los activistas en Reddit no son hechos aislados. “Lo vimos en EU, pero veremos fenómenos parecidos en todos los mercados” dice Granados.
Uno de los factores clave del reporte, con consecuencias claras en la pugna por las vacunas o la coordinación entre gobiernos, es la crisis del multilateralismo que se aprecia en el brexit o el conflicto comercial entre EU y China. “Caminamos en la dirección opuesta a la que deberíamos”, comenta Julián Castillo, director de riesgos de la aseguradora Zurich México, socio del Foro en este informe anual.
La elección de Joe Biden es una “buena señal”, pero las fracturas en el contexto geopolítico “llevan años acumulándose y no se van a resolver de un día para otro”. Lo esencial: “nadie va a estar inmune al COVID-19 hasta que todos sean inmunes”, según Granados.
Los incentivos a repatriar cadenas de producción –proceso en el que México espera que le lleguen, de propina, algunas inversiones si consigue convertirse en un destino confiable– tiene potencial de restringir el comercio global más allá de la pandemia y exacerbar esta crisis del multilateralismo.