El hecho suena alarmante e indica que no son buenas noticias para el país, pero es importante entender los efectos concretos de una contracción tan fuerte en la economía durante 2020 y la producción de bienes y servicios del país sobre el bienestar de las personas.
El problema se puede entender mediante el concepto de la escasez. Las personas tenemos necesidades y deseos que buscamos satisfacer, pero muchas veces esto resulta difícil porque los bienes y servicios que necesitamos para lograrlo son escasos: no alcanzan para todos.
Una de las condiciones que permiten minimizar el problema de la escasez es producir en alta cantidades. En este sentido, un incremento en la producción ocasiona que los bienes y servicios se vuelvan menos escasos.
Sin embargo, el decrecimiento del PIB también es preocupante porque de la producción dependen los empleos y, a su vez, el ingreso de las familias: para poder producir, las empresas contratan mano de obra y les pagan a sus empleados.
La importancia del PIB no radica en el simple hecho de producir por producir, sino en el conjunto de implicaciones que tiene el hecho de que una economía produzca más: mayores recursos para satisfacer las necesidades de las personas, mayores fuentes de empleo y de ingreso.
En sentido inverso, puede entenderse por qué es alarmante que la economía decrezca: menores recursos para poder satisfacer las necesidades de las familias, y menor producción de los bienes y servicios requeridos.
La producción en un país no es el objetivo fundamental de la economía. El objetivo es -o debe ser- el bienestar y la calidad de vida de sus habitantes. Existen medidas específicas para evaluar la calidad de vida y bienestar de la población, como el Índice de Progreso Social , que se ha publicado para 2019 y 2020 por México, ¿cómo vamos? en alianza con la iniciativa Social Progress Imperative.
Este incluye mediciones en tres grandes rubros. Primero, Necesidades Humanas Básicas, que evalúa la nutrición y cuidados médicos, los servicios de agua y saneamiento, de vivienda y la seguridad personal de los habitantes. Segundo, Fundamentos del Bienestar, que mide el acceso a conocimientos básicos, el acceso a información y comunicaciones, salud y bienestar, y la calidad medioambiental. Y tercero, Oportunidades, que evalúa los derechos personales, la libertad personal y de elección, la inclusión y el acceso a educación superior de los habitantes.