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La orden ejecutiva de Joe Biden sobre el clima

El presidente de EU insiste en la importancia y urgencia de transparentar los riesgos climáticos que implica cada inversión en el mercado financiero, considera María Sabine Santana.
jue 27 mayo 2021 11:58 PM

(Expansión) - El presidente Joe Biden publicó la semana pasada la “Orden ejecutiva en riesgos financieros relacionados con el clima”, en la que el mandatario reconoce los riesgos físicos y de transición sobre el sistema económico que el cambio climático implica.

Ya hemos visto cómo en los últimos meses los factores climáticos han afectado las cosechas, elevando los precios de insumos básicos a nivel mundial como el maíz. Otro ejemplo reciente son los apagones causados por las tormentas de nieve en México y Estados Unidos, eventos que se volverán cada vez más frecuentes como consecuencia de los cambios en las temperaturas.

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Por lo tanto, el reconocimiento y atención a estos riesgos es una necesidad imperante en la que Estados Unidos se había quedado rezagado durante la administración de Trump.

Biden reconoce que las acciones globales que se están tomando y planeando para lograr economías bajas en emisiones de carbono significan un riesgo de transición para el sector privado y la sociedad estadounidense en general. Si las empresas de la economía real y el sector financiero no logran adaptarse a las nuevas exigencias de los inversionistas y reguladores, y no atienden los llamados a la acción de parte de activistas en todo el mundo, se enfrentarán a dificultades para ser competitivas en el futuro cercano.

La orden también distingue que la transición climática representa oportunidades de desarrollo y crecimiento. El ejecutivo insiste en la importancia y urgencia de transparentar los riesgos climáticos que implica cada inversión en el mercado financiero, para que puedan tomarse decisiones financieras debidamente informadas y adoptar medidas de mitigación ante esos riesgos.

Demuestra la preocupación del gobierno de Biden sobre la falta de capacidad que las instituciones financieras estadounidenses aún tienen para medir e incorporar los riesgos climáticos y de transición, pues esto amenaza su competitividad global. Es decir, el posicionarse como una potencia en la transición climática no solo es una cuestión de buena voluntad o de crecimiento económico, sino un elemento clave de geopolítica.

La orden mandata que en los próximos 4 meses deberá prepararse una estrategia que logre evaluar los riesgos físicos y de transición a los cuales están expuestos los activos y pasivos del Gobierno Federal, entender la magnitud y características del financiamiento que se necesita para alinear a Estados Unidos a la meta del Acuerdo de París de mantener el aumento en la temperatura por debajo de los 1.5 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales.

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Biden incita a los reguladores del mercado financiero estadounidense a evaluar el riesgo financiero derivado de la crisis climática en sus efectos sobre la estabilidad del gobierno federal estadounidense y en 180 días a partir de la publicación de la orden deberán presentar un informe de medidas que ayuden a aumentar la resiliencia ante esos riesgos, incluyendo una serie de mecanismos, como mejorar la información sobre riesgos climáticos en los reportes financieros.

La orden también aborda la cuestión de los fondos de pensiones, que mueven millones de dólares de los trabajadores, para que los reguladores les exijan que tomen en cuenta criterios ESG al decidir sobre su portafolio de inversión, para proteger así los fondos de retiro de los trabajadores de los riesgos climáticos, pero también abre la puerta a que millones de dólares fluyan del mercado financiero tradicional al sostenible.

Todo lo anterior representa una oportunidad gigantesca para las empresas y gobierno en busca de fondos. Sin duda, la enorme relocalización de capital significará un impulso a la innovación y mejora de los productos financieros sostenibles, como los bonos verdes y los bonos ligados a la sostenibilidad.

México y Latinoamérica deberán aumentar sus esfuerzas para seguirle el ritmo a Europa y Estados Unidos o arriesgarse, como Biden no quiso a hacerlo, a quedar rezagados en lo que sin duda serán las reglas del juego del mercado de las siguientes décadas.

Nota del editor: María Sabine Santana es economista por El Colegio de México e investigadora en ESG Latam. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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