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¿Por qué México no ha hecho la transición a una economía desarrollada?

Los estados que históricamente han contado con falta de oportunidades y problemas de pobreza, en la actualidad siguen en la misma situación, señala Alejandrina Barajas Ramos.
vie 02 julio 2021 12:03 AM

(Expansión) - En estos momentos en el que México está inmerso en un proceso de reflexión y cuestionamiento sobre el modelo económico que ha predominado en los últimos 30 años, resulta conveniente recordar los cambios que ha experimentado la economía mexicana y cuestionar que ha faltado para dar el salto a economía desarrollada.

La primera gran transformación con la economía abierta fue lo que México producía y vendía al mundo. El país pasó de exportar petróleo crudo (más del 60% en 1980) a exportar computadoras, autos, partes de vehículos, tractores, instrumentos médicos, entre otros productos manufactureros (actualmente más del 90% del total), permitiendo esto mejorar la complejidad de la economía mexicana, a través de procesos productivos de mayor valor agregado y al desarrollo de un capital humano expuesto a las exigencias del mercado internacional.

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Esto ha significado que los ingresos de México no dependan de los vaivenes de los precios del petróleo, pero que la economía del país sea sumamente sensible al ciclo económico estadounidense, debido a que más del 70% de lo producido es para este mercado.

Entonces, si el país produce bienes de mayor valor agregado y cuenta con una industria manufacturera de exportación importante ¿por qué este modelo no ha servido para detonar todo el potencial económico de México?

La incorporación de México a la economía abierta generó una serie de incentivos de localización territorial que privilegió el desarrollo económico de ciertas regiones (norte y bajío), los cuales no fueron corregidos por políticas públicas de índole nacional.

Si se revisa a los principales estados exportadores, que suman 77% del total, se podrá observar a los ganadores de este modelo: Chihuahua, Coahuila, Baja California, Nuevo León, Tamaulipas, Guanajuato, Jalisco, Estado de México, Sonora y Puebla, estados en los que se han establecido concentraciones de empresas internacionales pertenecientes a la industria automotriz, de componentes electrónicos, aeroespacial y de componentes e insumos médicos. Estos son los territorios que han podido ofrecer mejores oportunidades de vida a las personas que se han integrado a estas líneas de producción.

Pese a que los estados de la frontera y del Bajío han aumentado su capacidad productiva, a pesar de la especialización manufacturera del país, las oportunidades que ha brindado tener un tratado de libre comercio con la potencia económica del mundo y todas las ventajas con las que cuenta México, la aportación de los estados al PIB nacional sigue siendo muy parecida a la de hace 30 años

Esto se traduce en que las oportunidades productivas no se han expandido en todas las regiones que integran a México, sino que se han concentrado en los estados que ya contaban con una estructura productiva viable, capital humano y experiencia con la atracción de inversión extranjera directa.

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Es decir, los estados que históricamente han contado con falta de oportunidades y problemas de pobreza, en la actualidad siguen en la misma situación. El principal reto del país es resolver la polarización económica territorial que siempre ha existido, si lo que se desea es mejorar el bienestar de las personas.

Por ello, que sea de suma importancia dejar de buscar culpables y señalamientos en donde no debe de ser. El principal culpable de que México todavía siga siendo un “país en vías de desarrollo” ha sido la falta de determinación y de apostar, pero en serio, en la educación, en la salud y en la inversión en infraestructura, así como de seguir anhelando un pasado que se piensa era bueno, pero que en realidad fue desastroso para la economía del país.

Hoy más que nunca, las nuevas generaciones tienen que poner en una balanza lo que ha permitido la economía abierta, las oportunidades que ha brindado el comercio internacional y las asignaturas pendientes. No se debe perder el tiempo en rescatar ideas o recetas que ya se saben en qué terminarán, sino concentrarse en aplicar y generar verdaderas oportunidades que contribuyan a disminuir la pobreza y mejorar la calidad de vida de las personas.

Nota del editor: Alejandrina Barajas Ramos es investigadora del Centro de Investigación Económica del Noroeste (CIEN) en CETYS Universidad. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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