(Expansión) - Durante los últimos dos años, el mundo y la humanidad hemos enfrentado complicados escenarios que, sin duda, afectaron el bienestar de muchas personas.
Bajo este contexto es cada vez más importante poner foco en la salud mental y en las cosas que podrían perjudicarla, como el estrés provocado por el autoconcepto y los inalcanzables estándares de belleza, que dañan la autoestima y confianza corporal.
Hoy sabemos que las personas no solo exigen a las marcas que tomen acción sobre los problemas medioambientales, sino también, los problemas sociales que les preocupan, entre ellos, poner fin a la discriminación en la belleza y promover la inclusión y diversidad, desafiando los estereotipos, sobre todo en una era donde el uso de filtros en las redes sociales ha desatado problemáticas como la dismorfia corporal o distorsión de la propia imagen, principalmente en el público joven.
Siete de cada 10 niñas disminuyen su alimentación o ponen en riesgo su salud al evitar ver a un médico cuando están preocupadas por su apariencia. Asimismo, ocho de cada 10 niñas optan por no participar en actividades importantes de su vida, como relacionarse con amigos y seres queridos, cuando no se sienten cómodas con su físico. En ambos casos, sorprendentemente, estas cifras se incrementan a nueve de cada 10 en mujeres adultas.
Las marcas y compañías cuentan con el poder de generar una gran diferencia en la vida de las personas, cada día miles de millones de consumidores usan productos de belleza y son impactados por su publicidad. Hoy tenemos la gran oportunidad para derribar las normas y estereotipos dañinos, y dar forma a una definición de belleza positiva, mucho más amplia e inclusiva.
Considerando que las marcas tienen la capacidad de adoptar una nueva publicidad “sin filtros”, mostrar cuerpos diversos en las campañas, así como la creación de una cultura mucho más incluyente, poner manos a la obra es indispensable para encontrar formas de abrazar las diferencias e impulsar la belleza real.
Recordemos que nosotros también somos consumidores y reconocer el valor que tiene una marca al hacer la diferencia, levantar la voz por todos aquellos movimientos que reclaman productos enfocados no solo en hacernos lucir bien, sino que hagan el bien.
La belleza es un estándar relativo que varía según la cultura, la región e incluso las etnias; sin embargo, lo que no debemos olvidar es que lo real siempre será más impactante y significativo que los filtros y los retoques. Es momento de apostar por la belleza real donde lo más importante es el individuo y no su aspecto físico en el reflejo del espejo.
Nota del editor: Reginaldo Ecclissato es presidente de Unilever México y Norte de Latinoamérica. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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