Muchos estudiantes trabajan tiempo completo o media jornada mientras asisten a la universidad. El hacer esto les amplía el abanico de oportunidades para aprender de manera empírica y les da la posibilidad de aplicar sus aprendizajes de maneras muy prácticas en el trabajo.
Sin embargo, creo que el desarrollo de habilidades técnicas, de negocio e interpersonales debe iniciar desde una edad mucho más temprana como en la educación preescolar. Dichos programas deben estar orientados en enseñarle al estudiante el cómo utilizar y fortalecer sus habilidades, principalmente sus soft skills de una manera más práctica, independientemente del título profesional por el que puedan inclinarse en un futuro.
El desarrollo de habilidades tiene que ser sistémico. Los jóvenes suelen tener las habilidades técnicas necesarias para lograr interactuar con otros y conseguir resultados. Por ejemplo; saben organizar recursos, determinar el alcance de lo que quieren hacer, estimar tiempos, entre otras. No obstante, las habilidades interpersonales y el conocimiento de negocio también son necesarias para el éxito.
Este último es particularmente importante ya que va más allá de simplemente poseer habilidades técnicas. Los jóvenes deben poder entender lo fundamental de una estrategia sólida, la visión de a dónde quieren llegar, y comprender lo que está sucediendo en el panorama empresarial de una forma más amplia.
Por último, debemos aprovechar la pasión por el cambio social que caracteriza a tantos jóvenes. Según una encuesta de Deloitte de 2019, el 48% de los millennials y el 47% de la generación Z aspiran a tener un impacto positivo en la sociedad. La motivación detrás de muchas iniciativas juveniles en la región es el deseo de lograr un cambio social. Y ciertamente eso se refleja en toda América Latina, ya que han puesto en la agenda pública temas relevantes que conciernen a buscar la igualdad y respeto por todos los que la conformamos.
Los jóvenes instintivamente tienen la idea de que todo el mundo debería ser un agente de cambio, trabajan y se comprometen fuertemente con ello y eso lo reflejan en su propio deseo de tener un impacto trascendente en sus carreras y en sus vidas personales.
Lo que no hay que dejar de lado es que, si bien dar rienda suelta a la pasión por el cambio social es clave, el cómo lo hacemos es igualmente importante. Por ello es fundamental comenzar tratando de comprender lo que los jóvenes realmente quieren y necesitan de manera individual, y no solo colectivamente.