Los anexos en los que se atienden adicciones, depresión, temas de conducta y enfermedades como esquizofrenia y bipolaridad, han proliferado sin ninguna regulación, poniendo en riesgo no solo los derechos humanos de las personas que ahí se atienden, sino incluso sus vidas. Cofepris debería ser el órgano rector encargado de verificar estos lugares, pero la falta de presupuesto y capital humano hace que sea imposible cumplir con esta labor.
En el sector privado tampoco existen muchas opciones para tratar a personas con enfermedades mentales graves, sobre todo si se requiere internamiento. Los avances en conocimiento y reconocimiento de problemas de salud mental en nuestro país parecen ser muy lentos, aunque los diagnósticos crecen de manera apresurada, con problemáticas más complejas y personas que no pueden alcanzar el pleno disfrute de su vida.
Según cifras del Inegi, en México durante los últimos 10 años ha habido un crecimiento continuo del 16% de incidencia en suicidios; en 2018 ocurrieron 6,710 suicidios, 5.7 por cada 100,000 habitantes; sin embargo, durante 2020, 7,818 fallecimientos fueron a causa de lesiones autoinfligidas, lo cual representó el 0.7% del total de muertes en el año y una tasa de suicidio de 6.2 por cada 100,000 habitantes.
Es importante resaltar que del 2013 al 2019 el aumento fue de 5.0 a 5.7 por cada 100,000 habitantes, pero el aumento de 2019 a 2020 fue de 5.7 a 6.2 por cada 100,000 habitantes. Lo cual demuestra un crecimiento exponencial, probablemente muy relacionado a los daños que ha causado la pandemia.
El suicidio no es la única bandera roja que se ha levantado en temas de salud mental durante esta pandemia, la OMS calculaba con antelación que para el 2020, la depresión sería la segunda causa de discapacidad a nivel mundial, con los acontecimientos actuales esto se vuelve apremiante.
La Secretaría de Salud estima que 15 millones de personas padecen algún trastorno de salud mental en nuestro país, situando la mayor incidencia de suicidios en el rango de los 18 a los 29 años. En este último año hemos visto un crecimiento importante en depresión y pensamientos suicidas en niñas y niños.