La stakeholder theory ha sido criticada desde varios frentes. Una de las críticas es que permite a los directivos adoptar iniciativas y criterios que dificultan la evaluación de su desempeño que debe realizarse conforme a una métrica única: la generación de utilidades. Por otra parte, sus defensores señalan que la visión de 360 grados es la única forma de generar valor para los accionistas en el largo plazo y que la empresa que no lo hace, tarde o temprano, pierde la confianza de los distintos grupos de interés y, eventualmente, pierde su licencia para operar y destruye valor.
Los esfuerzos por detener el cambio climático, así como la pandemia de COVID-19 son dos ejemplos recientes de la importancia del papel de las empresas en la solución de problemas complejos y de gran escala. En las últimas semanas, la invasión rusa en territorio ucraniano ha puesto de manifiesto la complejidad de gestionar una empresa multinacional en un entorno volátil, complejo, incierto y ambiguo.
Una encuesta realizada por Morning Consult muestra que 75% de los estadounidenses apoya que las empresas corten lazos con Rusia, deteniendo la oferta de productos y servicios en aquel país, como medida de presión contra el gobierno ruso. Esta opinión es compartida por un número considerable de empleados, consumidores, organizaciones de la sociedad civil, así como líderes políticos y de opinión alrededor del mundo.
Esta expectativa, aunada a la necesidad de observar las sanciones económicas y comerciales impuestas por distintos países, es una prueba difícil para la gestión empresarial con perspectiva ESG y la stakeholder theory. Los directivos y consejos de administración enfrentan una realidad compleja y no siempre existe una ruta clara, ni una solución perfecta.
Por ejemplo, si tu empresa tiene una oficina de ventas con 20 empleados, la solución parece ‘fácil’: cerrar las operaciones y liquidar al personal. Sin embargo, si tu empresa tiene varias fábricas y miles de empleados, la respuesta es más difícil. ¿Es responsable cancelar las operaciones y abandonar a tus colaboradores a su suerte?
Ahora bien, si los ingresos de tu empresa dependen, en mayor o menor medida, de contratos públicos (ej. producción de armamento, financiamiento a empresas del estado, consultoría a entidades gubernamentales), es claro que continuar operando puede ser percibido como habilitar e incluso apoyar al régimen en el poder, en violación de sanciones comerciales impuestas a Rusia por varios países.
Sin embargo, si tu empresa se dedica a producir bienes de consumo, ¿se espera que abandones el negocio y contribuyas a la escasez? ¿Qué tal si se trata de insumos esenciales? Supongamos que es razonable seguir produciendo leche y pan, así como ropa y calzado, pero ¿qué tal refrescos, dulces y chocolates, o bebidas alcohólicas? ¿Calzado deportivo y prendas de diseñador?
Si decides que la solución responsable es seguir operando, deberás ser muy cuidadoso en la forma en que desarrollas tu negocio. ¿Qué pasa si elevas los precios en el contexto de una escasez? ¿Debes destinar la totalidad o parte de las utilidades a un fondo de apoyo a personas desplazadas? ¿Seguir pagando impuestos implica apoyar al régimen en el poder?
Una decisión equivocada, extemporánea o que se perciba como oportunidad mercadológica carente de sustento puede tener consecuencias importantes para la empresa en el corto y en el largo plazo, tanto legales como reputacionales.