Lo relevante del caso es que se somete a las mismas circunstancias de la eliminación de los murales en los mercados de la Alcaldía Cuauhtémoc, en ambos casos no existía documentación que acreditase el acuerdo entre el propietario del inmueble y aquellos que pintaron las piezas.
La alcaldía reclama lo mismo, que no hay acuerdos, y que pueden hacer lo que quieran. Se equivocan, es un principio del derecho: la ignorancia de la ley no te exime de su cumplimiento, lo más preocupante es que el rechazo proviene de las instituciones responsables de conocer la ley.
Ya hemos establecido que no se puede borrar una obra de arte, y que eso constituye un acto que atenta contra la Ley Federal de Derechos de Autor, tanto en México, como por convenios internacionales firmados por el gobierno mexicano. La última cosa que se podría alegar, para tratar de escapar de este lío, es que aquello que se eliminó no constituía una pieza de arte.
Este argumento se desecha por sí mismo al haber sido encargos de la alcaldía a los artistas, en un caso; y por ser piezas de arte público, en el caso del mercado Martínez de la Torre en la colonia Guerrero.
Para ejemplificar un caso más del reconocimiento del grafiti como obra de arte, así como su importancia y aceptación en la vida cultural y artística, podemos enumerar casos en que los grafiti han sido desprendidos del lugar donde estaban.
Al menos dos de los murales del artista británico Banksy han sido cortados con todo y pared para ser vendidos, el primero se encontraba en Tottenham Hale, fue cortado y subastado por £750,000 (más de 19 millones de pesos) y el último que se cortó fue el año pasado, la pieza “girl hula-hooping”, comprada por el galerista John Brandler, por más de “seis dígitos” y asegurando que su interés es la preservación de las piezas de arte.
Eso nos evidencia el interés económico que existe por las piezas de grafiti. Es decir, lejos estamos ya de considerar el grafiti como un acto vandálico, hablamos de una expresión artística con 50 años de tradición, claramente documentado y aceptado como una expresión artística por el sistema del arte.
Lo que nos falta en México es definir si continuaremos negándonos al avance y ampliación de las ideas y de las realidades globales, para ello requerimos que las instituciones culturales tengan profesionales del área en los puestos administrativos, y que exista una defensa del patrimonio cultural, no sólo el prehispánico, sino de todo nuestro patrimonio cultural.