Un gobierno inteligente es aquel que usa la tecnología para brindar servicios gubernamentales en pro del bienestar y beneficio de los ciudadanos. Hoy en día hemos adoptado la factura electrónica y la digitalización de procesos administrativos, como el trámite de tu CURP, que nos ahorran largas filas y mucha burocracia.
Estos ejemplos son muy básicos, evidentemente es necesaria una estrategia más integral, que especifique desde cómo las autoridades aplican la inteligencia económica, hasta cómo usan la tecnología para mejorar la seguridad, es decir, que el uso intensivo de la tecnología esté embebido e interconectado en cada proceso gubernamental.
Aquí viene el “pero” … un uso intensivo de la tecnología, sí, estoy totalmente a favor, PERO siempre y estrictamente en pro de los beneficios de la ciudadanía y en respeto total a los derechos humanos, y aquí el segundo factor fundamental de un gobierno inteligente: ética.
La tecnología no es sinónimo de inteligencia
En alguna ocasión vi un video simulando la capacidad de China para detener a delincuentes. En el video, un hombre comete un robo, su rostro es inmediatamente identificado y envía a las autoridades información de su nombre, edad, dónde vive, entre otros detalles de su persona, así como su geolocalización actual.
Tecnologías como el 5G, la inteligencia artificial y el edge computing se mezclan para que el gobierno pueda determinar la ubicación del delincuente en cuestión de segundos y avisar a los guardias del lugar, decirles específicamente en dónde lo podrán encontrar y detenerlo. Menos de tres minutos les tomó.
Bien, aplausos para el gobierno inteligente chino, su estrategia es integral y eficiente. Pero hay algo más que no gusta a la gente de Occidente: la observación constante de quién eres y qué haces. China usa la misma tecnología para un proyecto piloto: calificar a sus ciudadanos como buenos o malos a través de algo llamado “crédito social”.
En resumen, la vigilia constante recopila datos en tiempo real de cada uno de sus ciudadanos, cuyo perfil digital puede ser consultado por las autoridades en cualquier momento.
El argumento es: poder usar Big Data para la construcción moral de la sociedad. ¿Cuál es esa moral exactamente? Viniendo de un país con políticas tan estrictas como China, no sería sorprendente que las posturas a favor o en contra del gobierno cuenten en la calificación del crédito social.