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#Entrelíneas | El futuro del agua en México está por debatirse

La crisis del agua no es reciente, pero enfrentamos un fenómeno que nunca antes había ocurrido con la intensidad que actualmente se registra: una sequía prolongada, dice Jonathán Torres.
lun 04 julio 2022 06:03 AM
agua nuevo león
Si se construyera un mapa de la República Mexicana con todos los problemas del agua no hay una sola ciudad que no los padezca seriamente, de acuerdo con un experto.

Monterrey y sus habitantes no están solos en la desgracia. Las malas condiciones hídricas que hoy sufren ocurren en otras regiones. Las cifras dan cuenta del gran problema en el que estamos metidos: según el Monitor de Sequía en México, al cierre de mayo de 2022, más de 70% del territorio experimentaba una fase de sequía moderada o alta; 22 estados tienen ya problemas de desabasto y, de estos, 16 registran desabasto extremo.

La crisis del agua no es reciente. Vivimos con ella desde tiempo atrás y todos, de alguna forma, hemos contribuido a su intensificación. Pero hoy enfrentamos un fenómeno que nunca antes había ocurrido con la intensidad que actualmente registra: una sequía prolongada.

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“Los problemas del agua están cada vez más presentes y se están extendiendo a distintas regiones del país. Si construyeras un mapa de la República Mexicana con todos los problemas del agua no hay una sola ciudad que no los padezca seriamente”, dice Manuel Perló, doctor en Planeación Urbano-Regional por la Universidad de California.

La crisis del agua responde a varios factores. La falta de lluvias es un elemento, pero hay otros en los que todos tenemos algo de responsabilidad. El gobierno, las zonas habitacionales, el agro, las hidroeléctricas, las termoeléctricas, las industrias. Sin embargo, ahora la política descompondrá (más) esta conversación.

Contexto:
En números redondos, el uso y distribución del agua se divide en cuatro partes: 75% del total del agua se va a la agricultura, lo que significa que el consumidor más grande de agua en México es el sector agrícola, mientras que las zonas habitacionales consumen el 14%; después, viene el sector energético con un 7% y la industria consume el porcentaje restante (4%).

Data que alimenta la crisis:
La infraestructura hidráulica del país tiene, en promedio, 60 años. “Tenemos 3 mil 960 plantas y 2 mil 500 de ellas de plano no funcionan”, acusa Manuel Perló. “Es gravísimo y preocupante que una infraestructura que costó miles de millones de pesos esté parada o en su fase final”.

Junto con la falta de mantenimiento, domina una falta de previsión y una pobre cultura de cuidado y aprovechamiento del agua. La fuga en las redes es de un promedio de 46%; es decir, el agua que llega a nuestras casas ya dejó una merma de 46% por lo obsoletas que están las redes.

Hay gente que dice que el agua para consumo humano no se va a acabar, que solo está mal distribuida. Pero no. El agua es un recurso finito y es por ello que ya podemos ver cómo pozos y acuíferos se están agotando. Tiene que venir mucha lluvia para recargar los acuíferos, pero para que eso suceda tienen que pasar muchos años. Algo tenemos que hacer. Ya.

De acuerdo con los expertos, es urgente invertir en infraestructura hídrica y en mantenimiento, impulsar la seguridad hídrica (tener la certeza de contar con el recurso disponible), garantizar el derecho humano al agua y promover el cuidado y uso sustentable del agua en todos los sectores.

En este momento, hay un exhorto de la SCJN a la actual Legislatura para que emita una ley y garantice el derecho humano al agua consagrado en el Artículo IV Constitucional (actualmente hay entre 10 y 12 millones de personas sin acceso a ésta). Dicho exhorto se da porque desde hace 10 años tuvo que emitirse una ley. Así, en septiembre arranca la discusión.

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El Congreso será el factótum. El debate en torno del agua llegará a San Lázaro y sus derivaciones determinarán el curso que tome la política pública. Durante el próximo periodo ordinario de sesiones se definirá el toque que la autollamada Cuarta Transformación le pondrá al manejo del agua. Para bien o para mal. En juego está la gobernanza del agua, la seguridad hídrica y el derecho humano al líquido.

Ojalá que la grilla no se imponga y, sobre todo, impere la razón y se aprenda de las lecciones que está dejando la actual crisis. Sería un gran error que el gobierno federal no considere en el Presupuesto de Egresos 2023 un aumento de recursos para la Conagua; a menos, claro, que no haya ningún remordimiento por lo ocurrido, por ejemplo, en Monterrey.

Es tiempo de planear. Si ya se sabe que las sequías continuarán y las presas no se están llenando, ¿no hay forma de saber cuándo se puede acabar el agua? Hay que prever, planear y ejecutar las obras necesarias de agua para no arrepentirnos el día de mañana. Los políticos tienen la palabra.

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“La inseguridad hídrica se convertirá en un impulsor o desencadenante de la inestabilidad y el posterior conflicto. Como fuente de vida y de sustento, el agua es fundamental para la seguridad nacional. Las tendencias globales en el crecimiento de la población, la urbanización, la degradación ambiental, la deforestación y el cambio climático plantean desafíos cada vez mayores para la seguridad del agua en todo el mundo”.

Estados Unidos ya encendió las alertas. A través del documento “White House Action Plan on Global Water Security”, la administración de Joe Biden llama a la inversión más grande en la resiliencia de los sistemas físicos y naturales en la historia de Estados Unidos y así reconoce el papel de los sistemas de agua sostenibles y el poder de transformación que tiene el acceso al agua en la vida de cada persona en la Tierra.

“Desde su papel más básico como fuente de vida hasta su papel avanzado en el impulso de las economías globales, el agua es importante. Aun así, su ubicuidad en la vida cotidiana corre el riesgo de llevarnos a darlo por sentado, mientras que las tendencias globales en el crecimiento de la población, la urbanización, la degradación ambiental, la deforestación y el cambio climático plantean desafíos cada vez mayores para la seguridad del agua en todo el mundo”.

En México, el agua también debería ser un asunto de seguridad nacional.

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