Con ello, se confirma la puesta de varios escenarios y de otros que, para nuestro infortunio, empiezan a tomar color: uno, por octavo mes consecutivo la inflación estará por encima de 7%; dos, la inflación, que en algún momento se pensaba transitoria, ya quedó claro que no lo es; tres, la Junta de Gobierno de Banxico adelanta que el pico inflacionario, desde sus estimaciones, se alcanzará hasta el siguiente trimestre, y cuatro, será difícil contener la inercia de precios.
El verano, que apenas llegó, inyectará mucho estrés a la economía. Después, vendrán un otoño y un invierno bastante crudos. De acuerdo con los analistas, se sostendrán incrementos no observados en alimentos y servicios que pondrán en apuros a los hogares mexicanos. Las empresas correrán con la misma suerte ante el costo en materias primas y suministros. Las sequías también serán un factor. Será hasta 2023 cuando veamos inflaciones menores a 7%. Solo hasta entonces.
Estamos empezando un proceso ascendente de tasas de interés con un alto grado de incertidumbre y todo se va a orientar hacia eso: los créditos se dispararán y también vendrá una restricción crediticia que afectará el consumo, el PIB y otras variables. “Yo no diría que es un ambiente catastrófico ni nada por el estilo, pero sí con un costo social y económico muy sustantivo”, afirma Enrique Dussel Peters, profesor del posgrado en Economía de la UNAM.
Así, los críticos a la llamada Cuarta Transformación ya se afilan los colmillos para sentenciar lo siguiente: la tasa de crecimiento económico durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador será la peor desde que existen las estadísticas.
“Por ponerlo bonito, para recuperar el nivel del PIB prepandemia, el crecimiento en 2022 debía ser de 3.3% del PIB. Así solo habríamos perdido tres años de crecimiento. Pero está claro que no lo vamos a alcanzar en 2022 y habrá que ver si lo recuperamos siquiera en 2023. Si no, serán de cuatro a cinco años de un lento crecimiento”, sostiene Dussel Peters.