Son tiempos críticos y complejos. Frente a eso, resulta bastante seductor saber quién va a predecir la siguiente catástrofe económica. Sin embargo, nadie hoy puede asegurar que la recesión tendrá lugar.
La recesión en Estados Unidos aún es una incógnita. Según la mirada de analistas y economistas, si ésta ocurre se registrará en 2023, no tan prolongada y profunda. Pero de lo que nadie duda es que todo lo que está pasando tiene que ver con un cambio de tendencia en la globalización, con ciertos ribetes nacionalistas, que darán paso a bajos crecimientos económicos, más pobreza y más hambre. Desglobalización.
El mundo ya no es el mismo de antes.
La economía de China se ha ralentizado. Su política de COVID cero, con sus confinamientos, ha tenido un impacto fuerte en su propia economía, pero también en la global con interrupciones a las cadenas de suministro. Sin embargo, está muy lejos de estar en un entorno recesivo. Es una economía muy centralizada, resiliente, que mantiene su crecimiento.
Europa se está recuperando pero su involucramiento con Europa del Este, donde está estacionado el conflicto entre Ucrania y Rusia, puede poner en aprietos al sector productivo, particularmente a países como Alemania, uno de los motores económicos más importantes del continente.
En toda esa región está teniendo lugar un reacomodo en los mercados energéticos y, si el conflicto bélico se intensifica y se prolonga, cuidado, el entorno económico sí se podría descomponer.
En Estados Unidos, el mercado laboral y la economía en general también se han ralentizado y la capacidad de gasto de las familias ya empezó a mermarse. Así, ya se anticipa que la economía estadounidense crecerá menos; se estima que en 2022 crezca +- 2.6% y 2.1% para 2023.
Con sus matices, los expertos pronostican un mal clima para 2023.
“Es posible que las presiones inflacionarias continúen o se exacerben por los conflictos y eso puede llevar a la Fed a anotar una postura bastante más restrictiva”, dice Adrián de la Garza, economista en jefe y director de Estudios Económicos de Citibanamex. “En ese escenario todavía pensamos que está apretado, complicado, no vemos un soft landing, pero sí una implementación de la política monetaria que le permitiría a la Fed atajar gradualmente las presiones inflacionarias sin llevar a la economía a una recesión, aunque sí a un crecimiento bastante moderado”.
“El péndulo se movió y ahora se habla de inflaciones muy elevadas que obligarán a los Bancos Centrales a subir tasas y eso nos puede meter en una recesión”, sostiene Sergio Luna, economista de la UNAM y de la Universidad de Londres. “Es un efecto de riqueza ligado a condiciones financieras y sí, efectivamente, puede llevar a que la economía americana se desacelere, no en lo inmediato, el riesgo es más hacia 2023”.
“Sí se puede dar una recesión en Estados Unidos pero muy leve, nada que ver con la recesión de 2020 que fue corta y muy profunda”, añade Gabriela Siller, directora de Análisis Económico en Grupo Financiero BASE.
En México, el sector exportador es su principal motor económico. El consumo tuvo una recuperación pero se ve difícil que se sostenga. La inversión sigue colapsada, con una recuperación paulatina pero muy volátil. El panorama global puede complicar las condiciones en el mercado interno. Según estimaciones de analistas, el crecimiento promedio para México en 2022 sería de 1.8%; bastante bajo e insuficiente.